Crianza domingo, 22 de noviembre de 2020

Reeducación del juego. Bases y principios.

Siempre he sido una persona madrugadora, una morning person que le dicen ahora; y me recuerdo de niña levantándome bien temprano para desayunar a todo correr e irme corriendo a jugar a la calle. Cuando era una niña, mi prioridad, como la de los niños y las niñas con las que me rodeaba, era simplemente jugar. Por este motivo había que levantarse bien temprano, para poder aprovechar las horas de sol en la calle. Si cuando yo tenía unos siete u ocho años me cuentan que los niños de esta generación iban a pasar la mayor parte de su tiempo de ocio en sus hogares encerrados, supongo que me parecería una barbaridad, algo difícil de creer, un cuento chino. Ahora los niños madrugan para engancharse a la videoconsola, a la tele, a la tablet y seguramente te parecerán muy felices, y hasta puedan parecer a ojos de cualquiera como más "buenos", pues mientras estén así, anestesiados por la tecnología, tampoco surge el conflicto, esa sal de la infancia que nos recuerda que desde niños ya estamos haciendo sociedad.

Cuando yo era pequeña, el principal conflicto que tenía con mi madre era que desayunara bien, pues rápidamente me escabullía para vivir la calle, para relacionarme con mis vecinos, para jugar y simplemente ser feliz en comunidad. Claro que todo hay que decirlo, yo me crie en un barrio obrero de los de antes, en plenos 80, rodeada de niños y de niñas que no teníamos nada más que un balón raído para jugar, unas agujas de calceta, unos aros de plástico barato y una calle enorme en la que los pocos coches que pasaban sabían que el espacio era nuestro y ya está. 

Si mi hijo tuviera estas cosas... Pues probablemente no habría tiempo para tanto berrinche, para tanto "me aburro", para tantas bobadas. Pero es que además creo, que sería un niño con más habilidades y destrezas. Si la infancia de nuestros días tuviera lugares como aquel en el que yo me crie, viviríamos el resurgir de una infancia que toma las calles para y por el juego, que toma su espacio, que vive la calle y se forma en sociedad.

 

Por eso creo que debemos reeducar en el juego, para aportarles aquello que se les está negando, que les estamos quitando, el tiempo y espacio de juego que les corresponde por derecho. Pero antes de entrar en materia, me gustaría enseñarte por qué considero que es necesario reeducar en el juego y no se me ocurre mejor manera de hacerlo que mostrándote esta charla que recientemente grabé para la comunidad de bloggers y podcasters de educación y crianza, Madresfera.

¿Qué es la reeducación del juego?

Como comento en la charla el juego es innato, está presente en nosotros desde la más tierna infancia, pero la cultura no. La transmisión cultural del acervo histórico lúdico se está saltando a la generación de las pantallas, la cual se te queda mirando atónita cuando les cuentas cómo en nuestros tiempos jugábamos al huevo, pico, araña. De todos modos, para ampliar este horizonte, te recomiendo esta entrada del 2019 en la que ya hablamos sobre el juego y su reeducación

La reeducación del juego consiste en hacer aquello que nuestros amigos más mayores hicieron por nosotros en el pasado, cuando el juego se transmitía de generación en generación. Generalmente, son los niños y las niñas de mayor edad aquellos que poseyendo las habilidades motrices más desarrolladas, hacían de maestros del juego, sin que ningún adulto mediase. El problema es que ahora mismo esta figura ha desaparecido y debemos ser los adultos los que mostremos otro tipo de juegos diferentes a los juegos de pantalla, los retos, o el puramente juego de juguete. 

No quiero caer en ningún tipo de sesgo que malinterprete mi visión del pasado lúdico. No quiero caer en el tan manido "tiempos pasados siempre fueron mejores". Pero es que en este caso, sí lo han sido, pues en mi experiencia he podido comprobar cómo los niños y las niñas de hoy en día han perdido toda una serie de destrezas motrices, sociales, emocionales y conductuales que antaño eran cotidianas.


Pérdida de habilidades motrices.

Cuando comencé a reeducar en el juego a niños entre los 5 y los 13 años, lo que más me llamó la atención fue lo patosos que eran. Si bien es cierto que algunos de ellos aprendían con gran facilidad y estaban en muy buena forma física, la gran mayoría eran sedentarios, acostumbrados a extraescolares llenas de deberes y trabajo intelectual. Cuando empecé a interesarme por este campo, noté que habían ganado en comportamientos patosos y en miedo. El ejemplo más claro lo vi cuando introduje la comba y la goma elástica. Este tipo de juegos resultan muy beneficiosos para la motricidad gruesa, la coordinación óculo-pédica y el sentido del ritmo. Pero un estilo de juego que para mí era natural, para la mayoría de los niños y de las niñas con quienes trabajé, suponía toda una odisea. Sus saltos eran en el mayor de los casos bastos, sin rebote, saltaban con toda la planta del pie como si fueran apisonadoras y por consiguiente perdían el ritmo y se tropezaban con la cuerda o con la goma. Por no hablar de habilidades como las entradas y salidas en la comba, que suponían un terror para nada normal ante una situación ni mucho menos peligrosa. Y es que, por increíble que parezca, he tenido que enseñar a los niños a manejar la propia cuerda, empezando por el movimiento de muñeca y la coordinación con el compañero. Desde que empecé a concienciarme en la necesidad de transmitir contenido relacionado con el juego es que he valorado mucho más si cabe, el trabajo de mis colegas de Educación Física. ¡Qué mérito tenéis, compañeras y compañeros!

Al igual que este tipo de hallazgos que me parecían asombrosos, me di cuenta jugando al pañuelo con ellos que no eran capaces de atarlo. La realización de nudos simples suponía todo un desafío. Recuerdo perfectamente a mi compañera en este proyecto de reeducación del juego, Isaura, enseñando a atar durante una sesión de juego a infantes bien creciditos. Por tanto, luego no nos echemos a la cabeza si los niños y las niñas de edad avanzada no se saben atar los zapatos. 

Pero esto es solamente la punta del iceberg. Me he encontrado un número muy considerable de niños y niñas que le tienen miedo a un balón de gomaespuma mientras jugaban al brilé (balón prisionero, que le decís los que no sois gallegos), me he encontrado con niños que se quedaban pasivos ante una situación en la que les iban a dar con el balón, quietos como estatuas, como si no entendieran nada de lo que estaba pasando en el juego (y no, este no era el caso, pues estos juegos son trabajados y adelantados previamente). Me han sorprendido la cantidad de dificultades que me he topado, aunque todo compensa cuando ves que alcanzan ese salto, que logran coger el balón. Todo compensa cuando ves las caritas de satisfacción y esas sonrisas ganadoras.


Destrezas que van a peor en educación.

Y si pensamos en destrezas que han ido en detrimento con el paso de los años en educación, para mí una de las que se notan de un modo muy agudo es la caligrafía.  La caligrafía de nuestros abuelos era una obra de arte, la de nuestros padres ya no era la misma, pero en esencia guardaban cierta similitud en ribetes, la nuestra comienza a ser menos elaborada y más deforme, pero en la actualidad ya está asentado de base un problema importante. Sumado a las corrientes que consideran que la caligrafía no tiene importancia y resta habilidades escritoras, cabe suponer que esta pérdida de destrezas está fundamentada en el desarrollo de capacidades motoras que se iban adquiriendo no solamente en la escritura en sí, sino en la práctica de juegos óculo manuales.

¡Ojo! Esta es una conclusión personal a la que llego yo misma y no existe evidencia científica al respecto, pero hay hechos que son inmutables. Los niños acceden al mundo adulto a través de juego, y sus destrezas y habilidades se desarrollan en gran medida a través de éste, porque lo lúdico es la razón de ser del niño. Lo lúdico es la infancia en su esencia. Si nos fijamos en los primeros juegos de los niños, estos atenderán en un primer momento a lo social que establece el juego simbólico, pero también en lo motriz que asienta destrezas que van en complejidad ascendente. ¿Cómo crees que nosotros adquiríamos una letra no solamente legible sino también estética? Realmente piensas que fue por hacer cuadernillos de Rubio. Me gustan algunas cosas de antes, pero... Está claro que el hecho de estar en la calle horas y horas mejorando las destrezas motrices típicas de la edad, nos ha acercado a habilidades innumerables. 

No sé. Yo lo tengo claro. La reeducación del juego, es importante, es necesaria y debería contemplarse en la nueva ley educativa. Pero mientras sigamos siendo unos pocos interesados en que vuelvan los espacios recreativos y las grandes áreas de juego para la infancia, poco vamos a lograr. Que no se esté contemplando un escenario como el patio escolar en la nueva reforma educativa como fundamental, que no se estén valorando acciones como la creación de comisiones o equipos en los centros docentes a este respecto... Que sé yo. Por ideas que no sean.

Seguiremos trabajando, seguiremos divulgando.

Únete a mi banda de reeducadoras y reeducadores del juego.

Cuando el impulso de jugar repentinamente invade a un adulto, esto no significa recaída en la infancia. Por supuesto jugar siempre supone una liberación. Al jugar los niños, rodeados de un mundo de gigantes, crean uno pequeño que es el adecuado para ellos; en cambio el adulto, rodeado por la amenaza de lo real, le quita horror al mundo haciendo de él una copia reducida.

 ✓Atlas Walter Benjamin 


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Escucha "CAPÍTULO 15 - Rediesño de ambientes escolares" en Spreaker. Escucha "CAPÍTULO 3. ¿Cuándo dejamos de jugar?" en Spreaker.

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