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Con esta sensación de extrañeza y euforia desmedidas, acabamos mañana el curso más diferente y loco que yo recuerde, el curso que marcará un antes y un después para muchos, el del COVID-19. Parecía que no llegaba el día y aquí lo está, sin la fiesta a la que nos tenía acostumbrados, el fin de curso. Punto final. Existe una certeza en el consenso de que alumnado, familias y profesorado (al que todavía le quedan unos días más de trabajo burocrático), necesitan estas vacaciones de verano más que nunca. Y en el camino hacia esa nueva normalidad le vamos diciendo adiós a esos salones adaptados al trabajo escolar de los niños, a las aulas virtuales y a las conexiones, a las actividades y las entregas, al telecole...
Yo creo que este año somos muchos los que hemos soñado con este final incluso antes de la hora, no en vano, ante la situación de confinamiento, veníamos pidiendo que este día llegara, a gritos. Pero lo bueno se hace esperar y desde una visión, como no podía ser de otro modo en este sitio, positiva dentro de las circunstancias; me gustaría compartir algunos de los aprendizajes de este período lectivo pandémico a través de la voz de mi alumnado.
Yo creo que este año somos muchos los que hemos soñado con este final incluso antes de la hora, no en vano, ante la situación de confinamiento, veníamos pidiendo que este día llegara, a gritos. Pero lo bueno se hace esperar y desde una visión, como no podía ser de otro modo en este sitio, positiva dentro de las circunstancias; me gustaría compartir algunos de los aprendizajes de este período lectivo pandémico a través de la voz de mi alumnado.
Con esta sensación de extrañeza y euforia desmedidas, acabamos mañana el curso más diferente y loco que yo recuerde, el curso que marcará un...