Puede que sea una de las personas más anti fútbol que te puedas imaginar. Si me preguntas qué estaba haciendo en la final de ese famoso mundial de fútbol que ganó la selección española, te puedo decir que estaba en el cine. Yo, y otras dos personas llenábamos la inmensa (más que nunca) sala en un día sin tráfico y calles más que silenciosas. Así de forofa soy, me importaba poco quién ganara. La verdad es que no me gusta especialmente el deporte en sí, pero menos el fútbol. Las cantidades de dinero inmensas que generan los equipos de primera división, el negocio de verdad que supone el fútbol en España me parece un insulto, un ejemplo desastroso en unos tiempos en los que el que más y el que menos, tiene motivos para protestar por las astronómicas cifras del último fichaje.
Pero es que además, el fútbol está presente en todos los aspectos de nuestra sociedad, algo que me enfada sobremanera. Las televisiones se lucran de una audiencia entregada que vive los colores de cada equipo, tu cafetería de a diario te planta la pantalla el día del partido y lo ves casi por obligación, está presente en las conversaciones familiares, de trabajo y mucho, mucho, en la esfera de la vida cotidiana de los niños.
Pocos, por no decir escasos son los centros educativos que no tienen una pista de fútbol para que los niños practiquen este deporte tanto en horas lectivas, como en extraescolares, como en el recreo, pero parece que este número va en aumento y recientemente comienza a emerger una corriente que de manera tajante prohíbe el deporte en los patios de recreo.
Y no es de extrañar. Yo comprendo las motivaciones de aquellos centros educativos que proponen su eliminación. Tal es el caso de colegios como el Martinet que esta semana aparecía en el diario El País con el título del "colegio público que ha desterrado la pelota", o el CEIP Vilaverde-Mourente entre tantos. El fútbol es un deporte violento, que segrega por nivel de competencia y por género, que resta espacio para jugar a los niños que no quieren participar de este tipo de juego, que es competitivo en extremo y que transmite valores ligados a lo económico y elitista. Sin embargo, y aún con todo, yo soy de la opinión de que éste no debe ser eliminado o prohibido y respetando las opiniones de todos, expongo hoy porque me parece que para mejorar la convivencia en un centro escolar no hay que prohibir, sino trabajar aquellos aspectos de este deporte que son negativos así como ofrecer otras opciones de juego. A medio camino entre el hecho de desmontar mitos, y el análisis profundo de la realidad cotidiana de muchos colegios, te invito a leer estas líneas sobre la reflexión acerca de la relación entre fútbol y convivencia.
Pero es que además, el fútbol está presente en todos los aspectos de nuestra sociedad, algo que me enfada sobremanera. Las televisiones se lucran de una audiencia entregada que vive los colores de cada equipo, tu cafetería de a diario te planta la pantalla el día del partido y lo ves casi por obligación, está presente en las conversaciones familiares, de trabajo y mucho, mucho, en la esfera de la vida cotidiana de los niños.
Pocos, por no decir escasos son los centros educativos que no tienen una pista de fútbol para que los niños practiquen este deporte tanto en horas lectivas, como en extraescolares, como en el recreo, pero parece que este número va en aumento y recientemente comienza a emerger una corriente que de manera tajante prohíbe el deporte en los patios de recreo.
Y no es de extrañar. Yo comprendo las motivaciones de aquellos centros educativos que proponen su eliminación. Tal es el caso de colegios como el Martinet que esta semana aparecía en el diario El País con el título del "colegio público que ha desterrado la pelota", o el CEIP Vilaverde-Mourente entre tantos. El fútbol es un deporte violento, que segrega por nivel de competencia y por género, que resta espacio para jugar a los niños que no quieren participar de este tipo de juego, que es competitivo en extremo y que transmite valores ligados a lo económico y elitista. Sin embargo, y aún con todo, yo soy de la opinión de que éste no debe ser eliminado o prohibido y respetando las opiniones de todos, expongo hoy porque me parece que para mejorar la convivencia en un centro escolar no hay que prohibir, sino trabajar aquellos aspectos de este deporte que son negativos así como ofrecer otras opciones de juego. A medio camino entre el hecho de desmontar mitos, y el análisis profundo de la realidad cotidiana de muchos colegios, te invito a leer estas líneas sobre la reflexión acerca de la relación entre fútbol y convivencia.
Puede que sea una de las personas más anti fútbol que te puedas imaginar. Si me preguntas qué estaba haciendo en la final de ese famoso mund...