Crianza domingo, 12 de mayo de 2019

Maternidad personalista

Que los tiempos han cambiado es algo más que evidente, y que lo han hecho precipitosamente, algo que hemos normalizado. Se nos han ido quedando valores por el camino y nos hemos adaptado a las nuevas demandas sociales con mayor o menor éxito. Somos esa generación del reallity, del teléfono móvil, de Youtube. Una generación que critica abiertamente todos los conocimientos y saberes adquiridos, que polemiza sin escrúpulos y que da por hecho que siempre tiene algo que decir.

Mientras escribo estas letras, tengo la seguridad de que cientos de personas en el planeta están escribiendo sobre un fenómeno dominado por la opinología, y esto no es más que la crianza. Raro es el periódico que no tiene su propia sección de consejos, el experto que te dice lo que es mejor o peor, el blog de moda que decide la temática trascendental (y salvando las distancias, me lo aplico).

El caso es, que no nos damos cuenta de la metamorfosis que la crianza ha sufrido a nivel evolutivo, pero bastarán unas pocas ideas para ponernos en situación. ¿Cuántos libros sobre crianza crees que se han leído tus padres para aplicarlos en la tuya propia? ¿A cuántos cumpleaños de compañeros del colegio te han llevado? ¿A cuántos cuentacuentos, conciertos para niños, museos didácticos, parques temáticos, etc.? ¿Hicieron tus padres su vida en torno a ti? ¿Planearon sus vacaciones de verano pensando en tu disfrute? ¿Dominaba la agenda del fin de semana tu propia existencia?

Como ves, la ma/paternidad ha cambiado mucho y en muchos aspectos para mejor, pero no todo han sido beneficios. La actualidad de la crianza está dominada por la idea de competencia y los padres y madres, que vivimos obsesionados por ser los mejores en nuestra nueva faceta, estamos grandemente influidos por la idea que nuestros hijos e hijas tienen de nosotros mismos.



Maternidad personalista.


¿Cuándo hemos empezado a descentralizar la crianza?, sería la última cuestión para la reflexión. ¿Por qué han perdido su protagonismo los niños?

Siempre me ha parecido el personalismo una corriente filosófica egocéntrica, ególatra y narcisista, que anima a contemplar las relaciones sociales desde un punto de vista único y diferenciador desde la persona, como si el resto no fuera trascendente, importante o simplemente merecedor de tener en cuenta. La maternidad de nuestros días, es igualmente centrada en el adulto, que se erige como la figura que lo sabe todo y que considera lo que es mejor en todo momento. De un modo adultocentrista, se muestra perdido, pues no conecta con las necesidades reales de la infancia, envuelto en los nuevos modelos parentales que la sociedad le ha impuesto mediante modas pedagógicas no siempre amparadas por el rigor científico.

A día de hoy, los que somos padres, las que somos madres, vivimos con una gran preocupación y hemos dirigido la mirada de la ma/paternidad hacia nuestra propia competencia. Hacemos una comparativa de nuestra capacidad con la respuesta de nuestros hijos y nuestras hijas. Somos una sociedad altamente demandante, que desea agradar a los más pequeños, que anhela ser querida y que necesita que le digan lo está haciendo bien. Pero es que, además, somos una generación que tiene que hacer respuesta a toda una serie de críticas y prejuicios sociales sobre lo que supone cuidar a un niño. A tu madre, a tu padre, nadie le cuestionaba que lo estaba haciendo bien, porque no existían los niños burbuja, los padres helicóptero o la hiperpaternalidad. Sin embargo, la evolución social nos ha llevado a un fenómeno egocéntrico y personalista, en el cual empleamos un espejo centrado no en nosotros mismos, sino en nuestros hijos para darnos respuesta de nuestros actos. De un modo egoísta, generamos expectativas y exigencias en nuestros hijos que no son más que un modo de autorrealizarnos.

No nos confundamos, este es otro “like”. Ser buen padre, buena madre, se ha convertido en una necesidad, algo revalorizado. Se tienen más en cuenta que nunca los éxitos de los niños, pero los puramente individualistas, es decir, las notas, los logros académicos o deportivos, destacar en alguna faceta artístico creativa, etc. Por el contrario, antes, los padres y las madres estaban más preocupados porque fuéramos buenos. Así de simple. Pero ahora no nos llega, porque hemos creado todo un entramado social personalizado en nuestra autorrealización desde la crianza.

Como muchos vienen asegurando desde hace tiempo: los niños no son nuestros, son de la vida. No podemos construir nuestra identidad desde su persona. Sin embargo, el capitalismo y la mercadotecnia nos han inundado de estímulos distractores que nos hacen creer que la maternidad va de llenar a nuestra infancia de muebles de madera y bilingüismo. Nos han creado nuevas necesidades y nos las hemos comido con patatas. El hecho de criar no debiera ser evaluado a través de los estándares que nos han impuesto los cambios económicos. Recuerda siempre como lo hicieron tus padres, a quienes no les importaba que tuvieras, sino que fueras; a quienes no les importaba lo que pensaras de ellos, sino que pensaras por ti mismo. Y siéntete libre en tu ma/paternidad, liberado, y sobre todo crítico. Lo mejor para nuestra infancia no debe estar impuesto por lo económico o lo fashionista, debe ser aquello que tú vivencies en familia, desde su lado más natural y en conexión con tus hijos.

Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.

✓ Mark Twain.

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1 comments

  1. Lo bueno se ser la pequeña de seis heemanos te hace crecer con muchas carencias a nivel atencion ma/paternal pero te enseña a crecer reciviendo el cariño de otros en este caso hermanos.eso te enriquece y aprendes a diafrutar con un cafe un abrazo o una conversacion sin sentido.De todo eso e aprendido que no tengo ningun trauma por no haber tenido grandes marcas en mi vida,ni e salido de marcha cuando mis padres no lo crwian conveniente y no me a pasado nada.e aprendiso q lo material ea pasajero y q lo q mis hijos recordaran de mi no sera lo q les haya comprado sino lo q les haya enseñado con mis actos para su vida de adulto.

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