Últimos días del año y llegan los propósitos. Las redes sociales y las conversaciones del mundo 1.0, se vuelven monotemáticas para habla...
Mañana del 25 de diciembre, una fotografía para el recuerdo.
Cuando eres niño, ésta es una de las fechas más especiales y memorables del año. Levantarse con la ilusión de la magia, de disfrutar de los días de vacaciones y de fiesta, de jugar con los regalos en familia,... Sin embargo, este momento ha ido cambiando con los años, paralelamente a cómo ha ido cambiando nuestra sociedad. Las mañanas navideñas en familia se han ido transformando en las montañas de juguetes y regalos que parecen no acabar nunca. Lo material ha sustituido a lo emocional y ahora demostramos el cariño, en muchas ocasiones, con el objeto; sin hacer un balance sobre la incidencia que lo material muestra en nuestra infancia. Por este motivo, una corriente impulsada inicialmente desde el mundo de la psicología, nos recuerda algo que aunque ya sabíamos, ha permanecido oculto en nuestros corazones durante bastantes pascuas:
Regala tiempo.
Mañana del 25 de diciembre, una fotografía para el recuerdo. Cuando eres niño, ésta es una de las fechas más especiales y memorable...
Quizás a ti, como a mí, estos días te parezcan particularmente difíciles y te estés cuestionando o estés reflexionando, sobre la necesidad de desconectar de las redes sociales por un tiempo. Esa disyuntiva entre estar desinformados durante una temporada para focalizar nuestros pensamientos en algo que nos haga olvidar esta sociedad anestesiada en la que vivimos; o bien, tomar conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor. Desde luego, está claro que debemos hacer algo, pues las recientes imágenes que nos llegan desde Alepo no pueden dejarnos indiferentes, y el abatimiento y la pesadumbre, no salen de nuestra mente con facilidad.
Desde muy pequeña, he notado que la violencia causa un efecto muy notorio en mi persona. No digo que yo la sienta más que nadie (de hecho si estás aquí, es porque esto te importa y no te pasa inadvertido, lo sé), pero lo cierto es que siento que me afecta demasiado. Recuerdo perfectamente, fotograma a fotograma, la primera pelea que vi en mi vida y las repentinas náuseas que sentí, las ganas de vomitar inmediatas después de esa imagen. Recuerdo perfectamente ese partido de la Selección española contra Holanda, la famosa final del mundial. Lo que suponía que iba a ser todo un acontecimiento, que tenías que ver sí o sí, para mí fue el espectáculo más violento y con más vítores al mismo tiempo, que yo haya presenciado en toda mi vida. Y no me pasa inadvertida, ni mucho menos, la un poco más sutil violencia mediática a la que nos enfrentan cada día desde los medios de comunicación. La violencia sexista, de clase, de estado, y mil formas más para poder colarse en tu casa sin que te dé tiempo a parpadear.
Entrar un día en Twitter y ver una imagen de un padre con el horror en su rostro, con una expresión de dolor infinita, tatuada, sosteniendo a su hijo muerto en Alepo, a mí ya no me pasa inadvertida. Sé que a ti, tampoco. Desde el jueves por la noche no me la quito de la cabeza. Y me da mucho que pensar. Pienso en lo afortunados que son aquí los niños y en nuestras quejas ridículas e inexplicables desde el contexto del horror. Al día siguiente, mis alumnos se quejaban de lo típico en estas fechas, los exámenes. Y yo, todo el día me quejé del trabajo. Y como yo, todos nosotros, claro está... Es la idea del contraste entre nacer en un lugar del mundo o en el otro.
Y mientras tanto en Alepo...
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Vista aérea de Apelo (Pixabay) |
Quizás a ti , como a mí , estos días te parezcan particularmente difíciles y te estés cuestionando o estés reflexionando , sobre la necesi...
Cuando logramos un objetivo, cuando llegamos a esa meta deseada, cuando conseguimos ese trabajoso triunfo; una marea de sensaciones se nos vienen encima. Desde la satisfacción al orgullo, pasando por mares de autoestima, auto reconocimiento y crecimiento personal, de euforia incluso, de bienestar y de paz, según el caso. Pensemos en el atleta que consigue el pódium después de tanto esfuerzo, en el trabajador que consigue la promoción a ese puesto deseado, en el niño que alcanza ese aprobado. No entraré hoy en polémicas sobre si una nota numérica debiera ser un logro memorable, baste con el ejemplo.
Bien. Todos estos casos tienen una piedra angular que cimenta ese logro. El esfuerzo, el sacrificio, la determinación, pero también la creencia firme en la posibilidad de logro. De nada hubiera servido todo el esfuerzo del mundo en el caso de este niño que se enfrenta al examen, sin la autoestima y la creencia de que tiene la posibilidad de conseguirlo, de que es una realidad probable el alcanzar la meta.
Con esto no quiero decir que el esfuerzo y la dedicación no sean importantes a la hora de afrontar las metas que nos propongamos, que les mostremos a los nuestros (ya sean alumnos o hijos, familia); sino que acompañado de una alta dosis de fé en ellos mismos, son infalibles.
Autosabotaje.
Cuando logramos un objetivo, cuando llegamos a esa meta deseada, cuando conseguimos ese trabajoso triunfo; una marea de sensaciones se nos ...
A lo largo de la vida con el ir y devenir de los años, vamos creando y conformando nuestra personalidad, alimentamos nuestra consciencia, nuestro autoconocimiento y creamos un complicado entramado de ideas y creencias sobre nosotros mismos. Estas creencias, nada tienen que ver con la realidad como estado puro, pues pasan el filtro de nuestra autoestima, del fenómeno educacional, de la influencia social, de nuestras vivencias, etc.
De este modo, es muy probable que nos hagamos con una serie de ideas irracionales que constatamos como verdades absolutas y que ajustamos a nuestro modo de vida. Generalmente, es en la niñez, cuando este tipo de ideas irracionales, cuestionables, para nada verdaderas o ajustadas a la realidad, se inician en nuestra consciencia. Si cuando somos niños, las superamos y nos damos cuenta de su irracionalidad, no nos afectan en la adultez. Sin embargo, cuando les damos validez, cuando las consideramos como únicas y verdaderas, crecemos con ellas hasta el punto de llegar a afectar a nuestra vida cotidiana. Una de estas ideas con las cuáles hoy me gustaría reflexionar, es la de aprobación.
De este modo, es muy probable que nos hagamos con una serie de ideas irracionales que constatamos como verdades absolutas y que ajustamos a nuestro modo de vida. Generalmente, es en la niñez, cuando este tipo de ideas irracionales, cuestionables, para nada verdaderas o ajustadas a la realidad, se inician en nuestra consciencia. Si cuando somos niños, las superamos y nos damos cuenta de su irracionalidad, no nos afectan en la adultez. Sin embargo, cuando les damos validez, cuando las consideramos como únicas y verdaderas, crecemos con ellas hasta el punto de llegar a afectar a nuestra vida cotidiana. Una de estas ideas con las cuáles hoy me gustaría reflexionar, es la de aprobación.
A lo largo de la vida con el ir y devenir de los años, vamos creando y conformando nuestra personalidad, alimentamos nuestra conscien...