Cada día me sorprende más lo que puede llegar a hacerse viral en nuestro caótico mundo 2.0. Recientemente ha inundado las redes sociales un...
Si bien es cierto que el límite entre emoción y sentimiento es bastante difuso; podemos aceptar que el conocimiento, tanto de los aspectos más emotivos como de los más emocionales de nuestra conducta, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, así como a relacionarnos con los demás. En este sentido, el trabajo de las emociones y los sentimientos desde un punto de vista educativo, nos ayuda a crear un buen clima (ya sea en el aula como en casa), a fomentar la autoestima, a mejorar el autoconocimiento, y un lago etc.
Las emociones y los sentimientos son la energía que necesitamos a diario para comunicarnos. Todo lo que nos rodea es emocional. Los demás, y nuestras relaciones con todos y cada uno, vienen determinadas por sentimientos de afinidad (o antipatía), tanto como de estados emocionales internos. De este modo, lo que sentimos, supone una gran información a nivel individual que resultará clave a la hora de relacionarnos con los otros.
Sin embargo, el trabajo de las emociones en el aula, no acaba de arrancar. A pesar de la aparición de numerosas teorías que avalan la necesidad de incluir aspectos como las emociones en el amplio abanico de contenidos educativos; lo cierto es que tendemos a ser reacios en el trabajo de éstas en los colegios o a la valoración de su tratamiento en las casas.
Pero, ¿por qué tendemos a relegar el conocimiento casi al ámbito científico y académico en la era de la educación integral? ¿Por qué continuamos teniendo una imagen negativa y absurda de la educación emocional, cuando está presente en tantos otros aspectos de la vida cotidiana como los recursos humanos o las relaciones laborales, el coaching, la productividad empresarial, etc.?
Ciertamente no sé la respuesta (a pesar de que en numerosas ocasiones lo achaco, como podrás leer por aquí, a la tenencia de prejuicios), pero no me voy a detener en el análisis. En esta entrada te presento una manera lúdica, atractiva, icónica y muy visual de trabajar los sentimientos. El arte.
Las obras de arte nos trasladan a lugares, momentos, historias personales. Tienen un gran potencial evocador y nos sitúan en el epicentro emocional del ser humano. No en vano, desde la prehistoria, las manifestaciones artísticas nos han servido para mostrar nuestras más intensas preocupaciones. Desde la exaltación del amor, hasta las perturbaciones más íntimas, hoy te muestro un lienzo emocional que podrás emplear como ejemplificación de los sentimientos y emociones más comunes. ¡Empecemos!
1. ALEGRÍA - Baño de Joaquín Sorolla.
La alegría es un sentimiento primario intenso, enérgico y transitorio. Por el contrario que la felicidad que pudiese suponer un estado más profundo (en palabras de la psicóloga Pilar Varela), la alegría es efímera. Nos ayuda a vivir con más ligereza, sin preocupaciones. Solemos manifestarla con gestos, palabras y actos que representan entusiasmo. Pero no dura para siempre, se entrecorta a lo largo de la vida.
De la alegría sabemos que libera endorfinas, que favorecen la salud tanto física como emocional.
El lienzo al óleo Baño, de Sorolla, pertenece a toda una serie de obras representativas del autor valenciano de tintes vitalistas repletos de color. La representación de la alegría viene por el empleo de paisajes cálidos de veranos relucientes, mares llenos de matices y positivismo y tranquilidad a partes iguales. Es una representación que nos induce al sentimiento más alegre, más jubiloso y más sosegado, al mismo tiempo. Muéstrala a tus alumnos y sentirán la alegría y el calor del verano.
LA ATENCIÓN SELECTIVA: Baño de Joaquín Sorolla. |
Si bien es cierto que el límite entre emoción y sentimiento es bastante difuso; podemos aceptar que el conocimiento, tanto de los aspec...