De los tres años de magisterio que cursé allá por el 99, no recuerdo prácticamente nada, ninguna gran lección, ninguna clase maestra. No sé si por amnesia o por atención selectiva, pero lo cierto es que lo único que recuerdo de aquella época en relación al ejercicio de la docencia es la teoría del currículum oculto. No es que tuviese un mal nivel la USC, ni mucho menos en mi especialidad, el magisterio musical; pero lo cierto es que salvo alguna que otra clase práctica, no recuerdo un contenido que me marcase de igual modo. Creo firmemente que aquel día en la clase de Didáctica, algo cambió en el modo en cómo me enfrentaría a una clase.
Y ciertamente, no me gustaba demasiado la clase de didáctica, de hecho me parecía bastante aburrida; pero cuando puedes ver, aunque sea por sólo un segundo el brillo en los ojos de tu profesor, sabes que llega lo bueno. Jamás volví a ver aquellas clases de la misma manera. Realmente tuve ese flechazo y esas mariposas en el cerebro...
No recuerdo su nombre, de hecho le llamábamos Farruco a nuestro profesor de didáctica, por su parecido al popular personaje gallego. Llevaba barba larga y pelo castaño con una cara apacible y un atuendo anclado en los ochenta de la pana y del jersey de pico con camisa de cuadros a juego. Voz profunda y gruesa, cien por cien retranca gallega en las venas y kilos de un sosiego desmedido que le gritaba al mundo: "aquí mando yo, aquí, en mi clase de didáctica". Porque Farruco también estaba tirando de currículum oculto, pero de esto te das cuenta, sólo, cuando lo experimentas.
Y ciertamente, no me gustaba demasiado la clase de didáctica, de hecho me parecía bastante aburrida; pero cuando puedes ver, aunque sea por sólo un segundo el brillo en los ojos de tu profesor, sabes que llega lo bueno. Jamás volví a ver aquellas clases de la misma manera. Realmente tuve ese flechazo y esas mariposas en el cerebro...
No recuerdo su nombre, de hecho le llamábamos Farruco a nuestro profesor de didáctica, por su parecido al popular personaje gallego. Llevaba barba larga y pelo castaño con una cara apacible y un atuendo anclado en los ochenta de la pana y del jersey de pico con camisa de cuadros a juego. Voz profunda y gruesa, cien por cien retranca gallega en las venas y kilos de un sosiego desmedido que le gritaba al mundo: "aquí mando yo, aquí, en mi clase de didáctica". Porque Farruco también estaba tirando de currículum oculto, pero de esto te das cuenta, sólo, cuando lo experimentas.
De los tres años de magisterio que cursé allá por el 99, no recuerdo prácticamente nada, ninguna gran lección, ninguna clase maestra. No sé ...