Creo fehacientemente que lo primero que un docente tiene que tener en cuenta a la hora de afrontar la educación de los niños y adolescentes de manera telemática, cosa la cual ahora mismo está en pleno apogeo; es la seguridad. Se nos ha venido encima un reto sin precedentes históricos, la educación desde los hogares y lo primero que hemos hecho, como cabría esperar, es echar mano de las nuevas tecnologías. Dicho lo cual, me pregunto cuándo vamos a dejar de llamarles nuevas tecnologías a herramientas que existían antes de que yo naciera. Pero vamos, que pronto nos hemos subido al carro del educador a distancia y ante una situación de presión social por parte de administraciones y de la opinión pública también, esto es una realidad; hemos tirado con las herramientas tecnológicas que cada uno o cada una poseíamos antes de la pandemia.
Pero claro, algo que no se planifica, que se hace de la noche para la mañana, sin ningún tipo de recomendaciones o de guías para un desarrollo eficaz, tiende a guiarse por la improvisación y por prácticas del estilo ensayo error. Y esto es lo que ha acontecido con la educación en los últimos meses. Aquellas personas que ya realizaban un trabajo de la competencia digital de una manera ordenada y eficaz desde las aulas, bien por estar interesadas en la educación desde esta perspectiva, bien por pertenecer a programas impulsados desde las diferentes consejerías de educación; actuaron de manera muy profesional y al grano. Pero el resto de los mortales, nos hemos tenido que ir adaptando a la situación, como buenamente hemos podido y en muchos casos sin herramientas o conocimientos que otros en este modelo educativo equitativo, sí tenían. Y claro, ante la falta de formación y la exigencia en rapidez, hay un enemigo que puede dilapidar todo futuro progreso en este tipo de modelo educativo, y este es la ausencia de reflexión, tónica general desde que empezó la crisis del COVID-19.
Es curioso como en esta situación, hemos tirado de recursos informáticos sin hacer el mínimo ejercicio de reflexión acerca de lo que es mejor para el alumnado. Si yo tuviera que explicar desde mi punto de vista, cómo el profesorado está desarrollando su práctica educativa en esta pandemia; yo no tendría otro remedio que reconocer de un modo muy crítico, que da la impresión de que a este gremio le ha importado más lo que digan de su trabajo que lo realmente importante, los alumnos.
Pero claro, algo que no se planifica, que se hace de la noche para la mañana, sin ningún tipo de recomendaciones o de guías para un desarrollo eficaz, tiende a guiarse por la improvisación y por prácticas del estilo ensayo error. Y esto es lo que ha acontecido con la educación en los últimos meses. Aquellas personas que ya realizaban un trabajo de la competencia digital de una manera ordenada y eficaz desde las aulas, bien por estar interesadas en la educación desde esta perspectiva, bien por pertenecer a programas impulsados desde las diferentes consejerías de educación; actuaron de manera muy profesional y al grano. Pero el resto de los mortales, nos hemos tenido que ir adaptando a la situación, como buenamente hemos podido y en muchos casos sin herramientas o conocimientos que otros en este modelo educativo equitativo, sí tenían. Y claro, ante la falta de formación y la exigencia en rapidez, hay un enemigo que puede dilapidar todo futuro progreso en este tipo de modelo educativo, y este es la ausencia de reflexión, tónica general desde que empezó la crisis del COVID-19.
¿Hemos reflexionado los docentes sobre la peligrosidad a la que exponemos a nuestros discentes (y a sus familias) al enfrentarlos a herramientas que en muchos casos no se dominan?
¿Nos hemos preguntado sobre la idoneidad y la seguridad de las plataformas a las que nos unimos?
¿Dónde quedan cuestiones como la protección del menor y la protección de datos en muchas de las prácticas educativas a las que muchos nos hemos sumado?
¿Ya no nos preocupa el ciberacoso entre iguales?
¿Dónde ha quedado esa reflexión acerca de la sobre estimulación que producen los medios tecnológicos en la infancia?
Es curioso como en esta situación, hemos tirado de recursos informáticos sin hacer el mínimo ejercicio de reflexión acerca de lo que es mejor para el alumnado. Si yo tuviera que explicar desde mi punto de vista, cómo el profesorado está desarrollando su práctica educativa en esta pandemia; yo no tendría otro remedio que reconocer de un modo muy crítico, que da la impresión de que a este gremio le ha importado más lo que digan de su trabajo que lo realmente importante, los alumnos.
Creo fehacientemente que lo primero que un docente tiene que tener en cuenta a la hora de afrontar la educación de los niños y adolescentes ...