Un año más que acaba y por tanto, un momento determinante para hacer balance y repasar lo más destacado del año en el blog. En 2020 soplarem...
Es una idea generalizada en la actualidad que un modelo protector en relación al estilo de crianza es perjudicial. Se tiende a menospreciar o invalidar el modelo desde términos como la sobreprotección, el fenómeno de los hiperpadres o hipermadres, los padres o madres helicóptero, y todo un sinfín de calificativos entre lo despectivo y lo pseudocientífico, que defienden la no intervención en conflictos o en el juego, ante el riesgo, etc.
Los problemas derivados de una protección desmedida parecen haberle dado la vuelta a la tortilla, y donde antes se asumía el proteger a nuestra infancia desde la naturalidad, ahora mismo resulta casi un desatino, una invasión, un no dejar crecer. En todo caso, como en tantas otras situaciones de la ma/paternidad, se produce este efecto polarizante del blanco o negro, donde cada cual escoge su parte del tablero. Un tablero donde parece que tienen la partida ganada las nuevas corrientes que tienden a proponer que la protección es negativa, que es necesario dejar en libertad y apoyar, pero desde la distancia.
Tengo que reconocerlo, escribo esta vez influenciada por un comentario que me hizo no hace mucho una pediatra. Ni corta ni perezosa, me dijo que mi hijo "necesitaba un hermanito". Estas típicas frases de las que ya te he hablado en ocasiones como esta, que más allá de mostrar un rigor científico, son fruto o de no saber qué decir o de la resabiada refranería popular. El caso es, que la circunstancia en la que estábamos le hizo suponer que yo era una madre demasiado preocupada, de esas que protegen de más. Y se vio con el talento de la experiencia para hacerme ver el camino. Sin molestarse si quiera a pensar en si no puedo tener hijos, en si los estoy buscando o en mil circunstancias más, dio por hecho que la solución era nada más y nada menos, que traer otra vida a este loco mundo. Y yo, realmente, no hice acopio de pedagogía y me limité a reír las gracias con pequeña mueca y mordiendo un poco el labio. Y creo que lo hice, porque realmente la vi muy profesional, en todo menos en el prejuicio vía palabra.
Pero aquí, que hay confianza, te digo, que en lo personal y respetando las opciones de crianza de todo el mundo considero, que proteger es amar. Proteger es cuidar, es alimentar el cuerpo y el alma, es abrazar en un plano físico y en uno emocional. Proteger es estar al servicio de nuestro bien más preciado, la infancia.
Los problemas derivados de una protección desmedida parecen haberle dado la vuelta a la tortilla, y donde antes se asumía el proteger a nuestra infancia desde la naturalidad, ahora mismo resulta casi un desatino, una invasión, un no dejar crecer. En todo caso, como en tantas otras situaciones de la ma/paternidad, se produce este efecto polarizante del blanco o negro, donde cada cual escoge su parte del tablero. Un tablero donde parece que tienen la partida ganada las nuevas corrientes que tienden a proponer que la protección es negativa, que es necesario dejar en libertad y apoyar, pero desde la distancia.
Tengo que reconocerlo, escribo esta vez influenciada por un comentario que me hizo no hace mucho una pediatra. Ni corta ni perezosa, me dijo que mi hijo "necesitaba un hermanito". Estas típicas frases de las que ya te he hablado en ocasiones como esta, que más allá de mostrar un rigor científico, son fruto o de no saber qué decir o de la resabiada refranería popular. El caso es, que la circunstancia en la que estábamos le hizo suponer que yo era una madre demasiado preocupada, de esas que protegen de más. Y se vio con el talento de la experiencia para hacerme ver el camino. Sin molestarse si quiera a pensar en si no puedo tener hijos, en si los estoy buscando o en mil circunstancias más, dio por hecho que la solución era nada más y nada menos, que traer otra vida a este loco mundo. Y yo, realmente, no hice acopio de pedagogía y me limité a reír las gracias con pequeña mueca y mordiendo un poco el labio. Y creo que lo hice, porque realmente la vi muy profesional, en todo menos en el prejuicio vía palabra.
Pero aquí, que hay confianza, te digo, que en lo personal y respetando las opciones de crianza de todo el mundo considero, que proteger es amar. Proteger es cuidar, es alimentar el cuerpo y el alma, es abrazar en un plano físico y en uno emocional. Proteger es estar al servicio de nuestro bien más preciado, la infancia.
Es una idea generalizada en la actualidad que un modelo protector en relación al estilo de crianza es perjudicial. Se tiende a menospreciar ...