Alguna vez lo he comentado por aquí, desde muy pequeña siempre he sabido que Papá Noel no existe, que no existen los Reyes Magos, ni el Ratoncito Pérez, que no existen tantas cosas que hacen que la inocencia de los niños y de las niñas perdure un poco más. No sé si fue por mi pronta entrada en la madurez o más bien porque mis padres dentro de ese afán por disfrutar de la magia de estas fechas se lo curraban un poco regular, pero el caso es que me di cuenta cuando tenía unos tres o cuatro años de que algo no cuajaba. El primer recuerdo que tengo de Papá Noel es el de mi madre disfrazada con su maquillaje azul puros ochentas, intentando hacernos creer a mí y a mi hermana que ella era el viejo barrigón, con su voz de mamá y su jo, jo, jo poco ensayado.
Ahora, desde la perspectiva de adulta me doy cuenta perfectamente de que esa inocencia que te comento habla más del deseo de los padres, de las familias, de poder preservarla algo más, que de los propios niños y de las niñas en sí. De hecho, aún a pesar de conocer esta realidad desde muy pequeña, sí creo que la Navidad es una época que tiene cierta magia, que sabe a reencuentros y que goza del agradecimiento de reunirse con la familia. No me ha hecho falta creer en el mito para ser una creyente y disfruto enormemente de estas fechas porque ¡soy una christmas lover! Me encantan.
Así que de un modo muy poco convencional, y aun a pesar de mis circunstancias este año me he decidido a reescribir la famosa carta a Papá Noel. Desde luego, no es la carta que te imaginas. No pediré juguetes, ni regalos materiales. Pero tampoco la paz en el mundo... Este año se me ha antojado cobrar valor y publicar esta carta que empecé hace unos años y que no me atreví a enviar, esa entrada en borradores que no acabó de salir por no ofender las tradiciones de mucha gente, por no parecer un soso Grinch más. Una carta para reflexionar, también para reírnos, para pensar cómo tratamos a nuestra infancia estas fiestas,... Una carta más, en esta semana de cartas, en la cual me han llegado nuevas noticias de esta, y en la que he recordado esta otra. Parece que lo de escribir correspondencia me está dando frutos, así que, Santa Claus, por la magia de la Navidad espero que algún día te lleguen estas letras...
Querido Papá Noel,
Este año me gustaría pedirte algunas cosas que para mí serían un regalo.
Para empezar me gustaría pedirte que ninguna de las cartas que recibas este año empiecen por este "querido Papá Noel". Vamos a ser sinceros, nadie te ha visto, nadie te conoce, por tanto, ¿a qué viene lo de querido? Querido, querida, le diremos a alguien con confianza. Hombre, que estamos educando a los nuestros precisamente para que no tomen cercanía con extraños. Me gustaría que no fomentásemos esto de creer que cualquiera con un saco de juguetes es alguien a quien tenemos que querer sin tan siquiera conocerlo... Ya lo de sentarse en tu regazo para que te pidan regalos, lo dejamos para otra ocasión, que hoy prefiero ir poco a poco.
Vamos ahora con lo del tratamiento de papá. Ignoro desde luego si lo eres, pero me sentiría más cómoda tratándote de señor si lo que quieres es vehemencia, pues nombre no me queda claro entre tanta historia. Estas Navidades estaría bien que se desechara esa idea de que eres el padre de todos. No sé, a mí me suena rarete, así que a partir de aquí me dirigiré a ti como Sr. Noel, desde el respeto, y estaría genial que se tomara como costumbre. Ahí va mi segunda petición.
Me gustaría pedirte también que a ningún niño del planeta le dijeran que si es "malo" no le vas a llevar ningún regalo. A ver si este año, por fin, acabamos con este chantaje que a cara descubierta les hacemos a tantos niños y niñas. ¿Te imaginas lo que serían unas Navidades en las que los más peques no se sintieran vigilados por tu persona? De hecho, si te paras a pensarlo un poco más, ese hecho de que los estés acechando todo el tiempo, parece un poco raro, ¿no? Un hombre de tu edad, ahí, vigilando a niños y niñas pequeñas. No sé. Serán cosas mías, pero parece que roza el acoso lo tuyo...
Por otro lado, me encantaría que se desechara esa idea de que portándose "bien", los niños y las niñas recibirán un regalo como premio. Qué quieres que te diga, me parece poco pedagógico. ¿Qué les estamos enseñando con esta filosofía? Pues claramente que hay que ser sumisos y hacer todo lo que te digan, y solo así conseguirás tener muchos regalos. No solamente estamos potenciando el consumismo sino también que hay que dejarse moldear. A mí esto no me acaba de convencer.
Estas fechas son bastante complejas, más si cabe después de la crisis del COVID. Me pregunto cuántos niños no podrán recibir un regalo en las fiestas de este año. Un obsequio genial para mí sería que estos niños y estas niñas no sintieran que han sido "malos" o que han hecho algo mal por no haber recibido uno de tus regalos, porque el reparto este año no haya podido llegar a sus casas. Aunque claro, al final todo parece girar en torno a esto. Los regalos. Esto es lo importante.
De hecho, Sr. Nöel, me pregunto por qué no acaban de cuajar las Navidades en las que el único regalo del que disfruten muchos niños sea simplemente el de pasar tiempo con sus familias. ¿Acaso no crees que sería el mejor regalo precisamente este año? Pero claro, tú que vas a decir, si tu trabajo es ese, el de regalar, el de la ilusión por lo material. Por más que te disfracen, las marcas saben del poder que tienes, de tu influencia. Si es que si nos ponemos rigurosos, puede que hayas sido y seas para muchos chiquillos y chiquillas su primer influencer... Así como te lo cuento, amigo, eres la Paula Echevarría de las Navidades, solo que tu poder de influencia llega a todo el mundo.
Cuánto me gustaría que las cartas que recibas este año no fueran simplemente listas interminables de juguetes. Me encantaría que muchos niños te pidieran algo que realmente sí necesitan, como por ejemplo que alguien logre que dejen de usar mascarillas más de cinco horas al día, que les pongan menos deberes, que les dejen ir a los prques,... Aunque estaría también genial que pidieran cosas disparatadas como poder llegar a la Luna, como poder volar, como ser un superhéroe, como vivir aventuras en países desconocidos, como ser libres en esta sociedad que tanto los aprisiona,... Qué se yo, bobadas, pensarán muchos. A mí me parecen regalos sensacionales.
Pero también me gustaría pedir para los padres, para las familias. Me encantaría que me pudieras regalar que estas fiestas sean tranquilas para aquellos que somos padres dentro de la locura del despilfarro y las reuniones familiares. Sí, ya sé que es más fácil de conseguir la paz mundial, pero estaría genial que las madres, los padres no fueran juzgados una fiesta más, por criar a su manera. Estaría genial que no se juzgara a aquellos que prefieren decirles a sus hijos que no existes, porque han decidido no mentirles a sus hijos. Y también estaría genial que se respetara la opción de aquellos otros que se montan mil películas y que se incomodan cuando alguien se sale del guion porque quieren que la magia perdure muchos, muchos años. Pero en cualquier caso, sería un regalo genial que se respetara la decisión de todos y de todas para criar según lo que se considera lo mejor, sin protestas, sin juicios, sin pensar que soy mejor por hacerlo diferente.
No me puedo olvidar de pedirte algo bastante importante. Me pregunto si puedes hacer algo con esa tradición de dejarte dulces y leche. A ver, que alguien con cierta tendencia a la obesidad como tú, bien debiera infundir el ejemplo de un tentempié algo más sano. Si te vas a tener que meter por tantas chimeneas, tampoco estaría de más, recomendar que te dejen algo menos calórico, que el ejemplo hace mucho y no veas cómo perdura. No es que sea yo enemiga de lo dulce, tampoco soy una persona estricta con la dieta, que soy gallega, por favor, esto aquí no existe. Es que este tipo de tradiciones calan más de lo que creemos en los niños, y ellos presuponen que esto es lo apropiado, que en las fiestas solo lo navideño vale, solo lo ostentoso, el despilafarro, el exceso. Me encantarían una fiestas en las que repensáramos la alimentación, y eso que como te digo, no soy nada fan del comer sano a ultranza, y hasta yo me doy cuenta de lo negativo de este ejemplo.
Pero lo que más me gustaría pedirte para toda, absolutamente toda la humanidad, es que se abandone por algún momento esta triste idea adultocentrista de que los niños y las niñas son seres inocentes no racionales, personas por completar, poco reflexivos y por tanto no inteligentes. Créeme Sr. Noel, soy docente y de infancia, algo sé. Las caras de los niños y de las niñas al hablar de tu persona son de ilusión, pero en el fondo de su mirada siempre me dirigen un momento de análisis. ¿Sabes lo que analizan? Mi reacción. Siempre analizan si yo misma creo, cómo actúo cuando te nombran, cómo me comporto y en base a esto, ellos añaden nueva información a sus cerebros llenos de conocimiento.
Yo siempre mantengo el misterio con frases muy estudiadas, pero tienes que comprender que si los niños creen en ti, esto es porque los adultos se lo decimos, y ellos nos profesan la mayor de las confianzas. Por eso mi mayor deseo sería mostrarles respeto y no condescendencia. No son inocentes, analizan su entorno y se basan en evidencias para llegar a la conclusión de tu existencia. La leche y las galletas de la mañana siguiente que desaparecen, el ruido en el salón, los regalos que aparecen de la nada... Esta no es una manera crédula de actuar, sino científica y racional. Ellos creen en base a las certezas que se van encontrando.
Este año, Sr. Noel, me gustaría más que nada, tener de regalo debajo de mi árbol, una nueva visión de la infancia por estas fechas. Que se extienda esta idea:
Los niños que creen en la magia de la Navidad, no son menos inteligentes que los adultos que la crean.
Y sin más me despido de usted. Espero que esta carta no le ofenda, ya todos sabemos a quién va dirigida. No se ha escrito con acritud ni con malestar, simplemente con ganas de repensar estas fechas, porque cada día somos más los que creemos que el espíritu de la Navidad no está en las cosas o en los regalos sino en pasar tiempo con nuestros seres queridos, y este es un regalo que usted no nos puede dar.
Un saludo.
Elvira Fernández, auténtica creyente de una Navidad más plural y reflexiva.
¡Éste año, la navidad será nuestra!
✓Jack Skellington
2 comments
que lastima ojara que papanoel exista en agun año ojara que Santa craus exista poque papanoel es muy bueno poreso quiero que exista poque es muy bueno traer regaros alos niños i megusta mucho el papanoel ojara que sea de vedad i que exista
ResponderEliminar¡Pues claro que sí! ¡Ojalá que exista y me conceda toooodo lo que le he pedido! Un beso grande.
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