Educación domingo, 24 de noviembre de 2019

Instigadores de la conducta violenta en la infancia

Introducción.


Una de las preocupaciones sociales que más afectan a nuestra infancia y adolescencia es la omnipresente violencia entre iguales, entendida esta como un compendio de situaciones o conductas disruptivas que irían desde la influencia negativa en el otro, hasta el acoso o bullying. Numerosísimos son, por tanto, los artículos académicos o divulgativos que nos hablan de causas y procesos de la conducta violenta, motivo por el cuál, desde Atención selectiva; hemos querido hacer referencia a los factores situacionales que precipitan o influyen para que más allá de causas biológicas, el ambiente sea determinante.

Vamos a tomar como referencia, por tanto, el ambiente escolar y sus nexos colindantes a la hora de analizar los instigadores de la conducta violenta en niños y adolescentes. Porque toda información es necesaria a la hora de abordar la violencia y el conflicto, porque todo conocimiento nos puede ayudar a poner un atisbo de luz en esta lacra social llamada violencia.

Palabras clave.


Violencia, instigador, priming, inhibición.

Contenido.


¿Por qué agredimos a otros? Pues a nivel general, esta conducta que en su día sirvió al ser humano para convertirse en la especie más superior en el planeta por causa de supervivencia; está siendo la causa principal de destrucción de la propia especie. Atendemos en la actualidad a la sociedad más violenta que ha dado la historia de la humanidad, pero nada nuevo que añadir en el horizonte, pues son muchas de nuestras actitudes cotidianas las que perpetúan un diálogo agresivo y apenas somos conscientes. Por ejemplo, el uso sistemático de gritos, el uso de la ironía y el sarcasmo, la burla y la crítica, o el crecimiento sistémico de la envidia; serían claros ejemplos de esa omnipresencia del elemento violento en nuestras relaciones sociales, mal que nos pese.

Pero más allá del surgimiento de la violencia o de sus motivos, cabe resaltar también, una vez esta está situada y establecida como algo con lo que convivir; qué situaciones la instigan, la propician, la ayudan para su surgimiento o enaltecimiento. Hoy analizaremos los factores situacionales, ambientales y sociales que hacen que la violencia entre por nuestras ventanas y se instale en nuestras vidas.




Las causas inmediatas de la conducta violenta están fundamentadas en los instigadores o factores desencadenantes, y estos tienen más que ver con la situación, que con la genética o la biología. Podemos dividir este tipo de instigadores en dos grandes grupos: instigadores sociales e instigadores no sociales.

Instigadores sociales.


Dentro de este tipo de desencadenantes de la conducta agresiva, el mayor detonante lo encontramos en la provocación. La provocación induce un estado de ánimo negativo del lado de la víctima, que elicitará un número variable de respuestas. Así mismo, el rechazo, habiéndose producido de un modo reciente o en cualquier momento de la vida, podría también elicitar la conducta agresiva. Ante una percepción del agresor de ser rechazado, la conducta violenta será mayor cuanto mayor sea su percepción de incapacidad de restaurar su sentido de pertenencia al grupo. Esto es, que si una persona se siente rechazada y piensa que esto no tiene solución, estará más predispuesta a usar la violencia en la resolución de conflictos entre iguales. En muchas ocasiones nos preguntamos por qué un niño o una niña agrede de manera sistemática a sus iguales, y lo que realmente debiéramos preguntarnos no es el porqué, sino el qué causa esta reacción. Muchos de los agresores en edad escolar provienen de una situación de rechazo continuada ya sea propiciada por el ambiente familiar o escolar. Hablar de víctima y agresor, en muchas ocasiones resulta técnicamente injusto, pues al final, todos somos víctimas de la violencia.

Igualmente, la percepción de ser injustamente tratado, de que nos hayan faltado al honor, de sentirnos menospreciados o dolidos, también puede elicitar la conducta violenta. Generalmente, para recuperar una imagen positiva de nosotros mismos ante los demás. Este ha sido un sentimiento que ha guiado muchos cambios en los derechos fundamentales de muchos grupos sociales. No pretendo justificar el uso de la violencia, pero es bien cierto que muchos de estos movimientos sociales acabados en actos violentos, estaban cimentados en años y años de represión de derechos fundamentales que causaban (y por desgracia, todavía causan) segregacionismo e incomprensión. Traducido al lado de la infancia o adolescencia, cuidado con la represión, cuidado con el tratamiento desigual donde el adulto se considera como un ente moral superior.

Instigadores no sociales.


Pero es del lado de los instigadores no sociales de la conducta violenta donde nos encontramos toda una serie de factores al primer golpe de vista, simplistas, que podrían estar ilicitando este tipo de conductas ante nuestros ojos, sin apenas darnos cuenta.

El proceso de priming, es un efecto relacionado con la memoria de experiencias previas, es decir nuestra memoria implícita, que provoca situaciones de influencia en nuestras conductas, pensamientos o emociones relacionadas con la agresión. El caso clínico más estudiado es la tenencia de armas, pero son muchos los casos de factores que elicitan la conducta violenta a través de un estado de primimg. Ya te hablé de esto en este artículo para Tiching.

En este sentido, cualquier estímulo que una persona relacione con una agresión, puede aumentar o precipitar conductas violentas o agresivas con su mera presencia, no siendo necesario que la persona sea consciente de esta simple presencia. Este es el motivo por el que muchos agresores reproducen sus recuerdos de infancia si estos fueron violentos, y en un mundo en el que se normaliza la violencia, el proceso de priming fluye con gran fuerza. Por este motivo, un potencial agresor que está visionando imágenes violentas con frecuencia, tenderá a emplearla a la menor ocasión que se vea frustrado y este es un mal endémico que todos fomentamos dando normalidad a que una imagen violenta forme parte de nuestras vidas vía telediario, cine, videojuegos, etc.

Pero por si esto fuera poco, existen estresores ambientales que pueden inducir la presencia de la conducta violenta. Por ejemplo, ¿qué me dirías si te digo que en determinadas estaciones del año, un aula es un detonante de la conducta violenta? Aspectos como el calor, el hacinamiento o el ruido excesivo pueden ser factores elicitadoes de la conducta violenta. Imagínate ahora un aula de 25 alumnos en pleno junio...

Una de las causas más confirmadas en estudios del campo de psicología social, es la relación entre el calor y la agresión, lo cual ha dado lugara  la "Hipótesis del calor". Esta defiende que altas temperaturas se asocian con mayores niveles de agresión y violencia por la relación de estructuras en el sistema nervioso (hipocampo y amígdala) que activan conductas de superación del estrés implícito en las altas temperaturas, como una respuesta de supervivencia. Nuestro organismo intuye que está en peligro y la amígdala, que es una estructura asociada a la modulación de la agresividad, se activa.

Por otro lado, el hacinamiento o percepción de que hay demasiadas personas en un espacio reducido es una sensación subjetiva que puede darse en una situación variable de contextos, elicitando conductas que van desde la ausencia de esta hasta la promoción de la violencia. Si a esto añadimos un ruido fuerte, como un fenómeno aversivo incontrolable, tenemos un cóctel Molotov en bandeja. Ante sensibilidades acústicas típicas de determinadas personas, la imagen se complica.

Inhibición de la conducta violenta.


Aunque por tradición estamos sujetos a una cultura que tiende a inhibir la conducta violenta, no podemos obviar que determinados casos provocan que esta inhibición no se produzca de manera natural. El consumo de alcohol o drogas, puede afectar en este sentido en combinación con otros factores. Esto quiere decir que el alcohol en sí no es instigador de la conducta violenta, pero sumado a una percepción de rechazo o en un aula de secundaria reducida con una ratio desmesurada (la cual tiende a ser la habitual), puede ayudar a que se sucedan conflictos violentos.

Y, por último, pero no menos importante, el anonimato. Otro de los factores que interfieren en la percepción de la inhibición de la violencia es el anonimato. La percepción de que nadie puede identificarnos o hacernos responsables de un acto agresivo, inmediatamente activa la desinhibición de la conducta violenta. Sin embargo, no nos engañemos, Internet y la redes sociales son algunos de los inventos que ha hecho del anonimato, un recurso habitual para ejercer la violencia con sensación de impunidad.

Por tanto, ya ves, no solamente están los orígenes o la tendencia biológica de la conducta violenta, es que múltiples factores pueden influir en su presencia y por desgracia estamos rodeados. Están rodeados. Me refiero a los niños y adolescentes a los que constantemente intentamos proteger. Algo estaremos haciendo mal para haber puesto a su alcance toda una serie de instigadores de este proceso desde la normalidad. Luego dirán que si los colegios, luego dirán que si los padres, pero no se puede proteger a nadie de una sociedad violenta por natura, donde la agresividad se normaliza desde las instituciones. Y vuelvo a lo mismo de siempre (por desgracia). ¿Te preocupa el planeta y el medio ambiente? ¿Te preocupa la alimentación sana? ¿Te preocupa el feminismo? ¿Te preocupan las desigualdades sociales? ¿Te preocupa la crisis financiera? Te preocupan muchas cosas, pero la solución solo depende de tomar una única visión: la erradicación de la violencia. Esperemos darnos cuenta antes de que la propia naturaleza acabe con nosotros, porque pistas nos están dando.

Bibliografía.

  • Zawadzki Desia, Néstor. (2007). Violencia en la infancia y adolescencia. Pediatría (Asunción), 34(1), 34-45.  
  • García Montañez, Maritza Verónica, y Ascensio Martínez, Christian Amaury, y "Bullying y violencia escolar: diferencias, similitudes, actores, consecuencias y origen." Revista Intercontinental de Psicología y Educación 17, no. 2 (2015).
  • Prefiles de interés: 
  1. Dr. Luis Gabriel Gómez-Azpeitia, experto en la hipótesis del calor.
  2. Sonia Dabalsa de Criar amando, amar criando. Certificada en crianza consciente, especialista en prevención de abusos y herida primaria.

Otros enlaces de interés.

La cita.

Lamentos y dolor se expanden en el aire a un ritmo de unos trescientos metros por segundo. Después de propagarse durante tres segundos son completamente inaudibles. 

✓Aldous Huxley






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