Ayer finalizó un curso más y las canas y las arrugas se van acompasando con la experiencia de una profesión que nunca nos deja indiferentes. Cada curso tiene un aprendizaje, también para los docentes, retales de conocimientos que significativamente emplearemos en los cursos venideros. De cada curso, puedes extrapolar contenido epistemológico que acaba conformando la persona que eres, dentro y fuera del aula. Recabas datos para esa transformación que es inherente en esta profesión, y estos datos pueden ser tanto metodológicos como emocionales.
De cada curso me llevo muchas cosas, a veces se repiten y otras, no tanto; pero es imposible no extraer un aprendizaje de cada curso, de cada clase, de cada aula, incluso de cada niño. Este ha sido un curso del que me llevo más que de costumbre, por eso me siento profundamente agradecida, y he querido compartir los aprendizajes recibidos activa o pasivamente, por si te sirven de reflexión o simplemente por puro ocio.
De este curso, me llevo...
- Que de nada vale dejarse llevar por un enfado momentáneo pues en ese preciso momento tomar decisiones es contraproducente. Si dejamos pasar veinticuatro horas, ya no será tan grave.
- Que muchos de estos enfados son evitables, si se establecen unos límites claros.
- Que es mejor prevenir, adelantarse al conflicto, que castigar.
- Que cuando un niño o una niña confecciona un ejercicio de de expresión escrita, puede que te esté contando lo que no se atreve a gritar. Ojos atentos a las señales de alarma. Las letras, muchas veces cuentan, los sentimientos más profundos. Por desgracia, no todo es imaginación en el relato de un niño.
- Me llevo que el líder del aula no tiene porqué ser siempre el docente.
- Que más allá de las personalidades individuales de cada niño y cada niña, las aulas también tienen una identidad. No escucharla es un error. Somos seres sociales y como grupo no sumamos el mismo comportamiento, la misma conducta individual, sino que nos transformamos. Por este motivo, lo que funcionó con tu aula del 2010, no te va a funcionar con la de próximo año. He tardado en asumirlo, pero lo he aprendido a tiempo.
- Que el espacio de recreo es muy importante, tanto o más que el tiempo en el aula. Negar esta evidencia, es dejar al alumnado desprotegido. El día de mañana, tus alumnos necesitarán un cuerpo de conocimientos para desenvolverse en la vida, pero también unas habilidades sociales sin las que es improbable que puedan desarrollarse como personas. Estas habilidades se aprenden en el patio, conviviendo, compartiendo y también entrando en conflicto con el resto de la comunidad. En los años venideros, los patios deberán cobrar relevancia en educación, si queremos sociedades fuertes, avanzadas, demócratas, tolerantes, empáticas,...
- En este sentido, quedarnos con lo meramente emocional sin atender a un campo de conocimientos supondrá una muerte cultural. Esta es una generación abocada al fracaso cultural, pues las nuevas pedagogías tienen a demonizar el conocimiento. De este curso me llevo mucha autodeterminación en este sendero complejo. Ni hacia un lado, ni hacia el otro, tengo muy claro que quiero lo mejor para mi alumnado y en este compendio de contenido que creo que le será de valor, entra tanto lo emocional como lo teórico. No se puede dejar desvalidos a los niños. No todo lo nuevo es bueno, ni todo lo antiguo está caduco para mí.
- Que ayudar a un niño significa, muchas veces, ayudarse a uno mismo. Compensa siempre.
- Me llevo las horas tranquilas, pues cada vez la escuela es más ruidosa y más dialogante, con más participación del alumnado, lo cual está muy bien; pero echaré de menos los momentos en los que todos estábamos callados, pues es ahí que encuentro paz a lo largo del día. Este ha sido un año en el que lo he valorado más que nunca.
- Ya hay nuevo término para la presión de acabar los contenidos académicos e ir a marchas forzadas, slowschool. Me vale. De este curso me llevo también las ganas de hacer las cosas bien y despacio. Para que un contenido perdure, ya sea éste emocional o teórico, un valor, una idea, el conocimiento; deberá tener un poso que sólo se consigue con trabajo lento y poco a poco sin la presión que nos dicta el horario o el calendario escolar. Para mí se acabaron los proyectos de un curso escolar. Lo que trabaje será de aquí hasta que me jubile y más...
- Me llevo un poco de irreverencia para luchar contra las modas pedagógicas sin fundamento científico, porque este año he sido la resistencia de la new age educativa; tanto como la fuerza para adaptarme a los cambios que como docente me exige mi alumnado. El equilibrio, el balance y la asertividad para declinar ofertas que no van conmigo, mi mejor aliado de este año.
- Que si luchas por un cambio metodológico en el aula, y las palabras de Gerver en el Foro Faro Impulsa han retumbado todo el año en mi cabeza, no lo conseguirás a menos que cuentes ¡¡con todos!!
- Y me llevo mil cosas más, incontables, indecibles, difíciles de explicar; como la importancia de un buen saludo al iniciar una clase, como lo que para mí supone la palabra Escutoide, como lo que siento cada vez que se empeña esta sociedad en encasillar a ese niño con un título prejuicioso, pero no de adaptarse a su modo de aprender, como el nuevo significado de la palabra soñar, como tantas cosas,...
- Me llevo más ganas de aprender, de tolerar, de colaborar, de coordinarme, pero menos de aceptar lo que me venga impuesto vía red social.
- Me llevo mil sonrisas, algún miedo, experiencias emocionantes y un nuevo comienzo.
- Me llevo tantos ejemplos de cosas bien hechas, compañeros de los buenos y hasta alguna amiga.
- Me llevo más que me dejo, y lo que me quede por llevar.
¡Feliz verano, docente! No seas #EduWorkaholic estas vacaciones y disfruta. Espero que te hayas llevado mucho de este maravilloso trabajo este año, porque recuerda que...
El mejor experto también fue un día aprendiz.
1 comments
Sin duda leeré cada uno de sus artículos están llenos de maravillas educativas
ResponderEliminar