Educación
domingo, 4 de junio de 2017
INFOGRAFÍA DEL MES: BENEFICIOS DOCENTES DE LA COMPETENCIA EMOCIONAL.
Recientemente, atendemos a una demanda creciente de la educación en la competencia emocional tanto desde los centros educativos como desde los hogares. Lo que en un principio parece que es algo positivo, no lo resulta tanto a mi parecer; teniendo en cuenta que esta demanda genera lo que se conocería desde el mundo de la empresa como un nicho de mercado, que hace que el interés por esta competencia sea en muchas ocasiones corrompido por lo bursátil.
Esta apreciación de la competencia emocional en lo educativo, genera además el Efecto Bandwagon, que nos muestra la educación emocional como una moda, algo pasajero a lo que se apunta gente por el mero hecho de atender a la necesidad de pertenencia a un grupo. Y lo cierto es que así es como se ve en realidad la competencia emocional, como una serie de capacidades a desarrollar que son como superfluas al lado de materias realmente relevantes. Como esa masa de conocimientos que no son tan importantes, que quedan relegados para aquellos que se lanzan a la aventura.
El principal problema de esta visión es, a mi entender, la concepción que se tiene de la educación emocional en el sentido de que se piense únicamente para el período de la infancia. En el momento en que seamos realmente conscientes de su necesidad universal y social, de que seamos conscientes de su importancia para crear una sociedad más avanzada, probablemente dejemos de verla como una moda o un campo de conocimientos pasajero.
Además, el hecho de que se haya “comercializado” insisto en que no ayuda. Sólo cuando le demos un enfoque profesional desde el ámbito educativo, sólo cuando seamos conscientes de nuestra responsabilidad a la hora de considerar el legado científico que porta, habremos conseguido que se instale como una materia más y con la misma consideración o con mayor categoría. Por tanto, para aquel que piensa que la competencia emocional es buena para los niños, solamente añadir que está viendo únicamente un 25% de su totalidad. La Educación emocional es buena para los niños, para los adultos, para la sociedad y especialmente para los profesores y todos aquellos colectivos que trabajan con personas.
Por este motivo me encuentro escribiendo estas líneas. Sin duda alguna, motivada por ese cambio transformacional y transcendental que está por venir para con aquellos que integren la competencia emocional en su día a día laboral. Desde una óptica personal, puedo afirmar que el trabajo de esta competencia ha implicado en mi vida y en mi carrera un antes y un después. Me siento ahora mismo plena en mis capacidades y habilidades como docente y me enfrento a la cotidianidad de mi trabajo con alegría, ilusión y esfuerzo. Pero por si todavía no eres consciente de lo que el trabajo de la competencia emocional puede hacer por ti, te presento hoy esta infografía que resume los beneficios de integrarla en tu rutina laboral, social y de vida en esta infografía por cortesía de Piktochart.
Beneficios docentes de la competencia emocional.
Seguridad y confianza.
La seguridad y la confianza en uno mismo son habilidades resilientes que nos ayudan a relacionarnos socialmente de un modo sano. Se trata de la capacidad de poder expresarse en libertad, sin condicionamientos sociales o influencias, de que escuchen nuestra opinión y la consideren, de decir que no. Comunicarse desde esta perspectiva nos aporta salud relacional y respeto por uno mismo.
La competencia emocional docente nos aportará esta seguridad y confianza tan necesaria a la hora de comunicarnos con nuestro entorno laboral.
Los contenidos de autoconcepto y conocimiento personal pueden crear personas seguras de sí mismas que saben lo que quieren y cómo actuar en diferentes situaciones de la vida. La confianza en uno mismo es una habilidad muy difícil de desarrollar pues requiere de una autoestima elevada sin llegar a caer en el narcisismo, y de grandes dotes de positivismo y valor. Requiere paciencia con los demás y comprensión, empatía, pero también de coraje y tesón.
Esta es una capacidad que se desarrolla con la educación emocional desde el autoconocimiento y desde la motivación, que nos lleva a buscar la mejor visión de nosotros mismos.
Autoconocimiento y autocontrol.
Platón decía en su día:
“La conquista propia es la más grande de las victorias”.
El autoconocimiento es un entramado complejo que genera nuestra identidad y gracias al cual construimos nuestro autoconcepto, por tanto está vinculado directamente con la autoestima. Por este motivo, el autoconocimiento tiene tanta importancia en el establecimiento de relaciones sociales, pues incide en el comportamiento a partir de la autoestima.
Cuando un docente desarrolla la competencia emocional gana en autoconocimiento, manifestando una autoestima positiva que se traduce en un comportamiento que está ligado a la inteligencia social. Este tipo de inteligencias, por lo general, son predictoras del éxito en lo social, personal o incluso laboral.
El punto álgido del autoconocimiento es el autocontrol. El docente que domina sus propios sentimientos, que se conoce y sabe establecer relaciones de confianza y éxito con sus compañeros, con la comunidad educativa y con sus alumnos; tiene un dominio total sobre sobre su trabajo y proyección.
Empatía.
La empatía, que se ha venido definiendo con el clásico “ponerse en el lugar de los otros”, es una capacidad tanto cognitiva como emocional consistente en la apreciación de los sentimientos de otra persona y el hecho de vivenciarlos como propios.
El trabajo de la empatía en el aula favorece la interpretación de las necesidades de los otros. Para conseguir un mejor clima de trabajo en el aula, es imprescindible el ejercitarla. Pero además, la empatía se ha venido reconociendo como la principal característica laboral para ejercer un liderazgo sano. Ayuda en la resolución de conflictos, favorece la escucha activa, evita prejuicios, genera sinergias emocionales y crea auténtica magia.
Un docente que tiene un trabajo detrás de competencia emocional, posee un tesoro que lo hace especial a los ojos de la sociedad, y este es una empatía consolidada.
Habilidades sociales.
Somos seres sociales por naturaleza y nuestro neocórtex es un gesto morfológico ligado a nuestra tradición relacional. Las habilidades sociales, que comúnmente se confunden con los buenos modales, son una serie de capacidades que facilitan nuestra vida en sociedad, optimizando así nuestro sentimiento de pertenencia de grupo.
Una de las principales características de las personas con habilidades sociales sanas es la capacidad de trabajar en equipo. Los docentes con alta competencia emocional, conocen del poder positivo de la repartición de tareas y del trabajo codo con codo. Trabajando en equipo se fomenta el compañerismo y el aprendizaje por imitación. Por este motivo no es para nada extraño que esta práctica se haya instaurado en el mundo educativo de la mano del trabajo cooperativo, fundamental en las pedagogías actuales. Pero no olvidemos que lo que es bueno para los niños, también lo es para los adultos, y cooperar en lo laboral aumenta las probabilidades de éxito en general.
Motivación.
La motivación es esa fuerza interna, esa activación o impulso que nos mueve a cubrir una necesidad afectiva, sensorial, una meta, un objetivo,... La motivación es el desencadenante principal de la conducta. Nos comportamos de un modo u otro en función de nuestras necesidades. Pero lo más destacado de este fenómeno conductual es su amplia difusión en la actualidad pues se ha convertido en los últimos años en un elemento básico en disciplinas como la educación, la psicología, el desarrollo personal, el coaching, en la planificación del ambiente laboral, etc.
El docente que trabaja su competencia emocional es una persona altamente motivada que ama su trabajo. Pero además, este tipo de motivación que desarrolla desde el estudio de la educación emocional es totalmente intrínseca, ligada a un estado de felicidad a la hora de abordar su rutina diaria.
Gestión emocional
La gestión emocional consiste en la capacidad de dominar las emociones, tomando conciencia de nuestros sentimientos y aceptando y regulando su impacto en nuestra persona.
Trabajando nuestra competencia emocional como docentes, conseguiremos un mayor dominio de nuestras emociones que favorecerá una reducción de los conflictos, del estrés laboral, de las relaciones interpersonales sanas y en general, aumentará nuestra inteligencia emocional.
Para trabajar la educación emocional en el aula, este es el primer eslabón a tener en cuenta por lo cual su importancia es primordial.
Creatividad
Estamos viviendo en la actualidad, un cambio sistémico que se plantea en todos los importantes terrenos del pensamiento humano, pero con especial énfasis en la educación. No podemos seguir trabajando con recompensas externas al aprendizaje, como las notas. Debemos adaptar nuestros modelos de enseñanza aprendizaje al modelo creativo para adecuarnos a las necesidades de nuestra sociedad cambiante.
La creatividad es la capacidad para inventar, para partir de cero, para innovar, pero también la habilidad de mostrar un pensamiento divergente. Los docentes que apuestan por la competencia emocional son más resolutivos en su día a día, no se dejan llevar por convencionalismos y promueven un espíritu crítico y emprendedor. Esta habilidad no tan innata como pueda parecer desde su desconocimiento genera una toma de decisiones activa y un modelo actualizado de metodología positiva.
Trascendencia profesional
Cuando hablamos de trascendencia profesional, estamos haciendo alusión a toda experiencia que genera placer en sí misma desde el punto de vista de la autorrealización. A menudo puede confundirse con la simple motivación intrínseca, pero en este caso, el placer que emana de esa característica contextual, trasciende a otras personas del entorno.
El profesorado es, en general, un tipo de personal laboral de gran trascendencia por las características propias de la labor docente. Se trata de un colectivo que aun recibiendo el incentivo de sueldo tiene una profesión eminentemente social, enfocada a servir a los demás.
El docente competente emocionalmente, mantiene una transformación de pérdida del egocentrismo, creando de su día a día su auténtica vocación de vida, su camino para ofrecer lo mejor de sí mismo.
Complacencia personal
La complacencia es el placer emocional que sentimos por las cosas. Va más allá del simple y superfluo gozo o satisfacción que encontramos a diario, pues representa una exaltación del gusto y del placer.
Encontramos complacencia personal en aquellas personas que gustan de fomentar o crear el bien es su estado más puro, desinteresado, solidario. El docente que trabaja su competencia emocional desarrolla este tipo de placer por medio de la felicidad y la alegría de afrontar el trabajo desde una óptica dirigida a los demás.
Generalmente es una habilidad que se desarrolla cuando todas las anteriores han sido adquiridas, convirtiéndose en una especie de Nirvana de la competencia emocional.
En la última década, la ciencia ha descubierto el rol que las emociones juegan en nuestras vidas. Los investigadores han encontrado que incluso más que el cociente intelectual, la conciencia emocional y habilidades para controlar sentimientos, determinarán nuestro éxito y felicidad en todos los ámbitos de la vida, incluyendo las relaciones familiares.
~John Gottman
1 comments
Gebial Elvira, cada una de estas habilidades son indispensables para lograr la plenitud, la felicidad. Me ha encantado la perspectiva que le has dado.
ResponderEliminarEnhorabuena por el artículo que me parece además una consecuencia de tu anterior post/reflexión.
Un bikiño grande