psicología viernes, 21 de agosto de 2015

INTELIGENCIA Y CEREBRO SOCIAL. CUANDO NUESTRAS RELACIONES NOS LLEVAN AL ÉXITO.

Nuevos avances en las neurociencias, sumados a la capacidad de adaptación del ser humano al elemento cultural de nuestra sociedad, han puesto de manifiesto modelos emergentes de inteligencia. Si sueles caer por aquí, algo conocerás acerca de la Teoría de las inteligencias múltiples o simplemente podrá sonarte el concepto de inteligencia emocional, si no es que ya lo empleas en tu vida tanto social como laboral. El caso es, que este concepto tradicionalista, rígido y estático del concepto de inteligencia, como siempre digo, tiene los días contados.

La evidencia científica actúa cada día de una forma más contundente y en este sentido encontramos investigaciones que avalan un mayor desempeño de las habilidades sociales en nuestra especie comparado con las demás conocidas. Así encontramos que poseemos una compleja estructura neuronal autóctona que actúa de manera más ligera ante la toma de decisiones sociales que precisan de inmediatez; poseemos una serie de "neuronas espejo" que catalogan los movimientos del otro para adelantarnos a sus emociones o pensamientos; poseemos neurotransmisores como la dopamina, que inducen a una sensación placentera dependiendo de con quién nos relacionemos.

Claramente, poseemos una inteligencia ligada a nuestras relaciones sociales. Como especie, hemos dearrollado inteligencia social.


Inteligencia social.

 
La inteligencia social, es un ámbito estudiado por la ciencia como puedes ver, la psicología y la educación. Pero también, como te podrás imaginar; tiene una amplia difusión en el ámbito laboral, pues recientemente comienza a ser una valor a tener en cuenta a la hora de plantear el trabajo organizativo y de grupo. Con lo cual tenemos un amplio campo de aplicación de la inteligencia social y una tradición de estudio, aunque pareciera que es cosa de hace unos días. De hecho, Edward L. Thorndike ya había definido la inteligencia social en 1920 como la 

"habilidad de comprender y motivar a otras personas"


Pero no es hasta que Daniel Goleman (más conocido por su trabajo en relación a la inteligencia emocional), emplea el término; que se populariza y pasa a ser objeto de estudio y práctica general.

Goleman explica en su obra "Inteligencia social" como los neurocientíficos explican el concepto de "visión mental" a la capacidad de comprensión sobre la mente del otro mediante la empatía y la observación de gestos faciales, tonalidades en la prosodia, la expresión de los ojos, etc. Este tipo de observaciones nos permitirán hacer inferencias acerca de los sentimientos y estados de ánimo de los demás, y así, actuar en consecuencia.



La hipótesis del cerebro social.





La hipótesis del cerebro social se la debemos a Dunbar, que aseguró la existencia de correlación entre el tamaño del cerebro (concretamente del neocórtex, que nos indica nuestra capacidad de procesamiento de la información) y el número de relaciones sociales que podemos establecer. De este modo, no podríamos mantener todas las relaciones que quisiéramos, pues somos limitados a la hora de almacenar la información que de todas ellas procede.
La necesidad de adaptarse a un número determinado de grupos sociales, según Dunbar, es la responsable del tamaño del neocórtex. De este modo se establece una correlación entre el área cerebral y un mayor grado de inteligencia social, o dicho de otro modo, la exigencia de más relaciones sociales. Si nos planteamos este modelo en la sociedad actual en la cual tenemos una multitud de grupos de referencia a lo largo de nuestra vida (familia, amigos, compañeros de trabajo, escuela, actividades, hobbies, comunidades vecinales,...) que se amplían con aquellos procedentes de una cultura en expansión (redes sociales, chats, foros, comunidades,...); el resultado de nuestras interacciones es enorme.

De este modo, si nos comparamos con nuestros predecesores históricos, cada generación se enfrentaba a desafíos muy diferentes a los nuestros en su día a día. Desde los inicios de la civilización humana, actividades sociales como obtener comida, la caza, la supervivencia más brutal, fueron las responsables del aumento del neocórtex. Las primeras tribus de homínidos que habitaron la tierra muy pronto se dieron cuenta de que algo les era imprescindible para poder sobrevivir, y esto fue, mantener unido al grupo. La cohesión grupal aporta un modelo de aprendizaje por imitación de los demás, lo cual faculta al individuo para poder seguir adelante. Como especie, no somos especialmente agraciados. No poseemos grandes garras o colmillos, un tamaño respetable, unos sentidos especialemente desarrollados, etc. Lo que nos ha hecho evolucionar y sobrevivir en nuestro entorno ha sido, nuestra capacidad de grupo.






Toda una serie de acciones que tienen que ver con los procesos de comunicación con el otro son resultado de esta adaptación al medio, ya milenaria. En palabras del mismo Goleman:

 "Nuestro cerebro está programado para conectar con los demás."

La inteligencia social nos permite relacionarnos óptimamente con los demás y minimizar el rechazo. Nuestro fuerte carácter de pertenencia al grupo, nos hace susceptibles a la necesidad de relación, la inteligencia social nos lleva al éxito.


Como fomentar la inteligencia social.


Lo primero que debemos canalizar a la hora de interactuar con otros es nuestra empatía. Sentir lo que está sintiendo el otro mediante la observación de detalles emocionales que nos transmiten la voz, el gesto, la expresión corporal. Trabajar la sintonía, la capacidad de escuchar con atención y entender el detalle. Una tonalidad, a veces, habla más que mil palabras.

Y fuera del uso del lenguaje, fomentando la sincronía, la capacidad de entender una mirada, un gesto fácil, el movimiento de una mano.

Aumentar nuestro magnetismo sobre los demás es sencillo si atendemos a estos recursos y analizamos los hechos de un modo no tóxico, es decir, sin juzgar, de manera no evaluativa, siendo objetivos con los sentimientos de los demás.

Por otro lado, fomentar nuestro propio liderazgo, nos acerca a una imagen positiva. Si no te sientes cómodo en esta tesitura, no tienes por qué emplearla siempre. Usa la asertividad para hacerte escuchar en el momento que consideres preciso.

Mejorar tu presencia es básico. Si no lo crees importante te recomiendo que le eches un ojo a esta lectura sobre el efecto halo. Una buena imagen garantiza relaciones más suaves y beneficiosas. Nuestra cultura está fundamentada en la imagen y
las primeras impresiones están a la orden del día pues nuestras lecturas son rápidas, para evitar el conglomerado de información no relevante que obtenemos cuando interactuamos con otra persona. Un elemento clave como una sonrisa franca o un acercamiento (nunca excesivo) en el espacio son siempre garantía.

El dominio de la oratoria y el discurso también son esenciales. Los tropiezos producto de la inseguridad se muestran enlentecedores. Controlar el diálogo con el otro, nuestro leguaje, que fue decisivo en la adaptación de nuestro cerebro social a la cultura actual, es el mejor de los recursos para que tu inteligencia social brille.







"Como seres humanos, todos queremos ser felices y estar libres de la desgracia, todos hemos aprendido que la llave de la felicidad es la paz interna. Los mayores obstáculos para la paz interna son las emociones perturbadoras como el odio, apego, miedo y suspicacia, mientras que el amor y la compasión son las fuentes de la paz y la felicidad."


Dalai Lama.





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