La coherencia es una capacidad muy valorada socialmente. Desde la infancia aprendemos que ser coherentes nos acerca a la estabilidad y genera una buena imagen en nuestro entorno. Tendemos a buscar coherencia en todos nuestros actos ya que nos agrada la imagen que damos y nos transmite paz interior, la sensación de hacer las cosas bien.
Sin embargo, la capacidad manipuladora del ser humano ha puesto a esta tan distinguida cualidad en un arma de manipulación.
Si la anterior entrada, la táctica del "pie en la puerta" o como nos manipulan te gustó, la táctica de la "bola baja" te fascinará. Garantizado.
Pero pongámosos una vez más en situación con un ejemplo:
Vemos por la televisión un anuncio de una conocida cadena de electrodomésticos y tecnología. Se trata de un ordenador personal de otra conocida marca de prestigio, último modelo y a menos de la mitad de su precio en el mercado.
Ante tal oferta decidimos ir apresuradamente a adquirir el ordenador, que ni siquiera necesitamos, pero es que a ese precio...
Cuando llegamos al establecimiento, preguntamos al dependiente por el ordenador y éste nos dice que ya no le quedan pues envían tan sólo tres por tienda. Al parecer lo ponen en letra pequeña en el anuncio. Aun así, en su lugar nos ofrece otro ordenador, de la misma marca a un precio bastante más relacionado con la calidad del producto. Aproximadamente el doble de lo que teníamos pensado pagar. Eso sí, es un ordenador buenísimo, como nos explica el vendedor.
¿Qué hacemos?
Pues muy probablemente, comprar el ordenador que nos han recomendado.
Si todavía no te lo crees, esto es lo que tienes que saber sobre la táctica de la "bola baja":
Nos han tirado Una bola baja que ha roto los cimientos de nuestro compromiso: comprar el ordenador. Pero amparados en la coherencia que tendemos a mantener en todos nuestros actos, seguimos adelante.
La táctica de la "bola baja" comienza con la presentación de una oferta muy ventajosa. Generalmente esta oferta es un desencadenante inmediato de una conducta por parte de quien la recibe, dado su atractivo. Pero en el momento en que el sujeto se compromete con la adquisición de la oferta, ésta cambia. Bien porque se retira o bien porque se modifica intentando reemplazarla por una similar aunque más costosa, lo cierto es que el comprador suele acceder a adquirir el nuevo producto.
Cabría pensar que por lógica, no aceptaríamos una estafa, un engaño ante los ojos de cualquiera. Pero lo cierto es que, como he comentado en entradas anteriores, el compromiso que adquirimos ante la primera oferta hace que todo cambie. Necesitamos de la coherencia en nuestros actos y esta coherencia a la hora de comprometernos con la compra, sumada a la expectativa que de ella nos hacemos, genera una situación sin retorno.
Y así somos.
Seres que convivimos con el engaño, con la mentira, con el truco.
Pero vamos a hacer un intento para parar esa bola baja.
Esta técnica no solamente la encontramos en ventas, sino en la vida cotidiana. Por ejemplo cuando aceptamos un trabajo con unas condiciones preestablecidas y luego nos exigen hacer horas extras gratis, cuando quedan con nosotros para tomar un café y resulta ser sólo para pedirnos un favor, cuando alguien dice "te quiero" para que luego sea sólo sexo,...
Ante esas bolas bajas sólo queda una cosa, detectar la
MENTIRA.
No hay un manual específico ni un posible truco para saber de antemano quien nos va a mentir, pero sí es posible destapar a las personas que abusan de la mentira. Con este tipo de personas el compromiso nunca es recíproco, nunca es mutuo. Así que será fácil, una vez reconocidos, esquivar sus bolas bajas.
La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano.
Nietzsche.
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