¿Eres una de esas personas que ante las tareas pendientes (especialmente si no son de tu agrado o interés) tiendes a dejarlas para otro momento? ¿Sueles abandonar todo tipo de hobbies o aficiones? ¿Te frustras ante la toma de decisiones sobre un determinado asunto pues no eres capaz de actuar hasta que ya no queda otro remedio? Cuando tienes miedo de realizar una tarea porque piensas que puedes fallar, ¿acostumbras a realizarla desde un punto de vista extremadamente perfeccionista y con problemas para finalizarla?
Si has contestado a todas que sí, te doy la bienvenida al mundo de la procastinación. Procastinar es el efecto de postergar actividades o tareas importantes sustituyéndolas por otras más satisfactorias pero nimias en importancia. Es el dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, es el hecho de pasar de todo por pereza, aunque también por miedo a asumir compromisos, o errar en el desempeño.
Procastinación es una de estas nuevas terminologías que ponen nombre a conductas con las que llevamos familiarizándonos muchos desde la cuna. Aquí, la que escribe, luchando contra la ley de entregar los trabajos en última hora desde el 79... Pero de lo que quiero hablarte hoy es de la relación que guarda con la atención selectiva y cómo explica muchos procesos representativos de la infancia.
Atención selectiva y procastinación.
Somos realmente los que tenemos un tipo de atención dividida predominante, los que más tendemos a la procastinación. Una mente llena de pensamientos, ideas, creencias, sentimientos; es un cóctel Molotov a la hora de procastinar. No en vano, aquellos que tienen una mente no procastinadora, centran su atención y la mantienen durante la realización de la tarea sin a penas esfuerzo. Pero para muchos de nosotros, y en concreto para los niños en general (y a algunos específicamente) es una hábito común el dejar de realizar o posponer tareas para intercambiarlas por otras más placenteras o fáciles.
Y lo peor de todo esto, que no atiende más que al modo de funcionamiento de nuestro cerebro y de cómo reacciona ante los estímulos que recibe del exterior; es que fácilmente colgamos la etiqueta de 'vago' o 'vaga' a este tipo de personas, especialmente si son niños.
Siempre que hablo de procastinar, recomiendo el visionado de esta charla TED, que entre lo cómico y lo real, muestra cómo funciona la mente de un procastinador.
Como veis en el vídeo, el hecho de procastinar nos produce un sentimiento de culpa pues tendemos a evadir una tarea que es vital, para sustituirla por otra más placentera. Pero procastinar no es algo típico de nuestras personalidades, no es un defecto o una etiqueta que podamos colgar a nuestra infancia. Cuando un niño o una niña procastina puede ocultar el miedo al fracaso en la tarea, puede estar ante un proceso de autosabotaje. De hecho, aquellos niños y aquellas niñas (y lo que aplica a la infancia, aplica a la adultez), que tienden a tener una atención dividida, no focalizada, no selectiva; tienden también a la ejecución de pensamientos rumiantes o rumiaciones. Este tipo de pensamientos limitantes y de preocupación o culpa, generan una frustración que promueve un círculo vicioso de malestar. En este sentido, cuando rumiamos, cuando sufrimos de rumiaciones, no buscamos una salida positiva a nuestros conflictos o problemas, sino que rememoramos el pensamiento negativo que nos produce una situación dada, una y otra vez. Por ponerte un ejemplo, tenemos al niño o a la niña que no hace los deberes, pero se pone a ordenar sus libros por orden alfabético. En realidad, lo que le sucede es que no ha prestado atención a la explicación y no sabe cómo hacer los deberes. Por tanto, posterga la actividad hasta el último momento, por miedo al fracaso, y el sentimiento de culpa tampoco deja que empiece la tarea fundamental. Para remediar este sentimiento que provoca la rumiación de la culpa, se sustituye la tarea por otra placentera. ¿Pero es vago este niño? ¿Es vaga esta niña? En absoluto. Ordenar alfabéticamente un número considerable de libros es una tarea que requiere esfuerzo, tiempo e intención, que ordena, hasta que promueve la limpieza. Procastina porque sus sentimientos le han empujado a un estilo de pensamiento recurrente que solamente se puede aliviar con una actividad que rompa esta tensión.
Aun con todo este sentimiento es fugaz, porque después viene el efecto rebote. ¡Estuve toda la tarde ordenando los libros y no tengo tiempo de estudiar! El sentimiento de culpa aumenta. Es entonces cuando entra en acción nuestra amiga la amígdala, que actúa detectando amenazas en el ambiente, y que aplica su funcionamiento también a nuestro estado emocional. Se produce entonces un fallo de nuestro cerebro, pues no somos capaces de emplear nuestra atención selectiva, es decir, centrar la atención en la tarea requerida, lo más importante en ese momento. Tampoco la sostenida, que mantiene nuestra atención a lo largo del tiempo.
Como ves, la procastinación hace que no procedamos en la selección de estímulos salientes, creando un efecto que acciona un mecanismo de defensa que trata de eliminar todo lo que nos causa malestar.
Así que la próxima vez que veas a ese niño o a esa niña que no te entrega a tiempo una tarea, o que simplemete posterga una actividad, o incluso en el caso de que lo deje todo para el último momento; recuerda que son múltiples los factores que hacen que no se seleccionen esas tareas en concreto, en detrimento de otras actividades más placenteras. Cuidado con los autosabotajes. No siempre dejar de hacer algo denota dejadez, sino miedo. No siempre nuestra respuesta ante el hecho de dejar de hacer, tiene que ser la reprimenda o el castigo, tampoco la moralina. Más comprensión, más empatía y entendimiento de la personalidad de cada niño y cada niña, pero sobre todo, más preocupación por los modelos de atención que denotan en muchas ocasiones mucho callado, mucho oculto, modos de entender la realidad que nos rodea.
En los últimos siete años (pronto ocho) he divulgado sobre el manejo de la atención selectiva en la infancia, y no se me agotan las ganas de seguir investigando y estudiando en esta línea. ¡Cuánto nos dice el modelo de atención de las personas que nos rodean y cuánto tapa de lo que realmente son! Es un mundo apasionante que con el paso del tiempo viene ganando más adeptos y añadiendo estudios que van refutando teorías que relacionan la procastinación y la atención selectiva con el estrés académico, con la ansiedad, con el perfeccionismo, con la comprensión lectora, etc. Esperemos, ahora que acabamos año, que el 2022 nos traiga mucho más conocimiento y estudio en esta línea, y llevemos la atención selectiva al epicentro de nuestro comportamiento y reflexión.
Dentro de un año es posible que desees haber comenzado hoy.
✔Karen Lamb.
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