Es una estampa muy común o cotidiana que al salir del colegio, o en la hora de comer, en la hora del cuento o en el momento que acostumbremos, les dirijamos a nuestros hijos, a nuestras hijas, una pregunta clásica:
¿Qué tal hoy en el cole?
Ante esta pregunta los hay, las hay, que nada contestan, que sueltan un testamento de historias interminables o también, que acaban guiando la conversación mediante la atribución de monosílabos.
Pero no es de esto de lo que quiero hablarte hoy, que también. Hoy me gustaría reflexionar sobre una pregunta que quizás no le estés haciendo a tus hijos, a tus hijas, y que a mí, en lo personal me ha dado muy buenos resultados. Yo no le pregunto a mi hijo: ¿qué tal en el cole?, le pregunto algo de lo que siempre saco más información y que me da una idea más amplia acerca de sus emociones y sentimientos.
A mi hijo, yo le pregunto...
¿A qué has jugado hoy?
¡Ala! ¡Ya está la pesada esta! A ver cuándo nos sale con los patios inclusivos, con el derecho al juego o con la reeducación... Permíteme que hasta yo misma me ría, pero nada tiene que ver esta pregunta con mucho de lo que he divulgado hasta ahora y lo tiene todo a la vez. Pero antes déjame situarte:
Posibles respuestas a las pregunta ¿A qué has jugado hoy?
- A tal juego...
- Con tal niña o niño...
- No no he jugado con nadie...
- Hoy me he peleado con mis amigos...
- Hoy no se salido al recreo...
- Puedes emplear variantes de la pregunta cómo por ejemplo: ¿Cuánto te has divertido hoy en el recreo?, ¿Se te ha pasado rápido el recreo?, ¿Has aprendido algún juego nuevo? o las que te llevan directamente a las respuestas arriba expuestas: ¿Con quién has jugado hoy?, ¿A qué juegos habéis jugado?
- Recuerda hacer preguntas siempre en positivo. Sería un horror total empezar preguntando: ¿Con quién te has peleado hoy? Algo que cae de cajón, pero en lo que muchas veces cometemos errores. Olvídate del ¿Te ha ido bien en el patio? Son preguntas ambiguas que dan por hecho que puede que no lo hayan pasado bien, o en su lugar, dan pie a que contesten con monosílabos.
- Ante los monosílabos, me encanta lo de sumar el "¿Y?". Por ejemplo: ¿A qué has jugado hoy? A nada (no es estrictamente monosílabo, así de potente es la pregunta que ya no lo permite). "¿Y?" Siempre funciona mejor que el "¿Por qué?" u otro tipo de preguntas que elicitan respuestas negativas. "¿Y?", siempre añade, y se fulmina cualquier "pero" o cualquier negación futura. Me declaro fan.
- Y como en todo, para que te contesten, genera un clima de confianza, abriéndote tú misma, tú mismo, y evidentemente jugando con ellos también. La vida de la infancia es juego, acompañando en este momento, hay comunicación.
- Busca el momento idóneo para realizar esta pregunta y plantéatelo como una rutina. Si lo asocias al momento del baño, de la comida o del cuento o lectura de noche; generarás una tradición que con el tiempo asumirán como un momento más del día que os unirá y generará comunicación.
- No juzgues nunca sus respuestas, una vez tu hija o tu hijo se haya abierto. Esto es más fácil de lo que parece, pues ellos y ellas ya no juegan como lo hacíamos nosotras y nosotros. Procura ponerte en su piel y recuerda que lo importante es que nos cuenten.
Como ves, una pregunta mágica que yo le planteo a mi hijo todos los días en el mismo momento y que me ha ido dando mucha información sobre como es con los demás, cómo se comporta, cómo disfruta y cómo se relaciona jugando. Aunque no es la única, tengo más, pero te lo cuento en próximas entradas, porque preguntar implica respuestas, y esto es comunicación.
En el mundo del coaching, tan denostado y siempre entendido de manera mercantilista, existe el término de "preguntas poderosas". Estas son preguntas que invitan a la reflexión, al autoconocimiento y al acto comunicativo. Son preguntas abiertas, a las cuáles resulta muy difícil contestar con un sí o un no. Pero son preguntas que siempre se aplican a adultos, como si los niños, si las niñas, no tuvieran grandes respuestas para dar. Espero que con esta simple pregunta, puedas encontrar todo el poder para comunicarte con tus hijas o con tus hijos; pues ellas y ellos también tienen mucho que ofrecernos y solamente a través de sus respuestas y sus actos, podremos conocerlos y ayudarles al final.
“No existen preguntas sin respuesta, solo preguntas mal formuladas.”
✓ Morfeo (Laurence Fishburne en la película "Matrix").
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