Crianza domingo, 7 de enero de 2018

¿La magia de la Navidad, o el efecto de mera exposición?

Las fiestas ya han acabado y con ellas se va hasta el año que viene, la magia de la Navidad. Esos momentos de anuncio de cava, de buenos propósitos y sobre todo, de las sonrisas de muchos niños, se acaban y nos dejan toneladas de desperdicios y por lo general, unos kilos de más. Así, despedimos las Navidades que de un modo cíclico, se vuelven a repetir año tras año con una pauta en común, la ilusión (para unos) o la resignación (para otros) ante su llegada. Pero es sin duda el público infantil, aquel que más las anhela, aquel que más disfruta con su llegada. Bueno, más bien, con la llegada de los regalos, de Papá Nöel, de los Reyes Magos de Oriente, y de todo lo mágico que encierra estas fechas.

Los adultos somos más de comidas, de fiestas y de sobremesas eternas que se endulzan con la partida a las cartas, con el bingo o simplemente con el café que durante horas escucha paciente las historias del abuelo, los recuerdos de mamá. Pero son ellos, los niños de la casa, los que mantienen vivo ese espíritu mágico de la Navidad, ese modelo de tradición sobre el que tanto se ha escrito...

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...

Múltiples debates y discusiones sobre una tradición que cada vez da más que hablar. Pero a mí, las Navidades de este 2018, me han dejado un nuevo foco de reflexión, relacionado con la sobreexposición que hacemos a fenómenos tradicionales y culturales de nuestra infancia. Me refiero a la continua exposición a una cada vez más marchita magia, que en pro de disfrute del adulto, deja de ser real, cada vez más pronto, para los niños. Pero para contarte por qué creo que nos estamos cargando la ilusión de estas fechas, déjame que te cuente primero qué es el efecto de mera exposición y cómo puede afectar a la inocencia con que los niños ven a los Reyes Magos o a Papá Nöel.


Efecto de mera exposición.


El efecto de mera exposición es un sesgo cognitivo, es decir, un atajo mental que poseemos para poder emitir una respuesta conductual lo más rápido posible. En este caso, la respuesta vendría dada ante la repetición continuada de un mismo estímulo. En otras ocasiones hemos tratado aquí este mismo sesgo en relación a la música en esta esntrada sobre El efecto de mera exposición y la música comercial, o en otras entradas en relación al fenómeno de habituación, como en esta otra sobre este fenómeno y el tratamiento de la  violencia en los medios de comunicación o esta otra sobre habituación y modas.

Como ves, es un efecto psicológico muy extendido ya que gracias él, la exposición repetida a un estímulo sin interés en primera instancia, provoca que este comience a agradarnos cuando antes era totalmente neutro. Este es el caso, generalmente, de la canción del verano, del peinado de moda, de esa prenda que juraste que nunca te pondrías. Porque no nos engañemos, ¿quién quería volver a los pantalones noventeros con la cintura a lo Cachuli? Nadie. Pero resulta que la industria textil ha decidido que para ganar más dinero ya no te valen los pantalones de tiro bajo que llevas usando en las últimas dos décadas. Hay que reinventarse y si te lo muestran una y otra vez, acabas diciendo: ¡mis preferidos! Porque estamos genéticamente creados para que lo repetitivo, para que  la repetición continuada de un estímulo, nos agrade. Y funciona. Vaya si funciona, y si no, que se lo digan a Zara, a Pitbull o a La patrulla canina.

Este efecto psicológico guarda relación con el sentimiento de familiaridad y la atracción. Tenemos sentimientos positivos hacia lo que nos es conocido, familiar; por tanto, un estímulo que se repite hasta la saciedad nos acaba gustando. Aunque también puede suceder todo lo contrario. Un estímulo que en un principio nos agrada, puede llegar a ser totalmente desagradable para nosotros gracias al efecto de mera exposición. Es muy típico el ejemplo culinario. Sí durante todo un año sólo pudiésemos comer una misma comida, probablemente elegiríamos nuestra comida favorita y durante los primeros meses es muy probable que la degustáramos a placer. Pero pasado el tiempo la aborreceríamos por el efecto de mera exposición. Estar sometidos a un mismo estímulo durante un período concreto de tiempo produce habituación y éste es un fenómeno psicológico que está ampliamente empleado en materias tan dispares como la publicidad o la terapia cognitivo conductual.

Magia de la Navidad o una vez más efecto de mera exposición.


Con la magia de la Navidad en los últimos años, me parece se está dando un poco este sesgo cognitivo. Tenemos a Papá Nöel, a los Reyes, a sus pajes, los gnomos, Rudolf,... Y su presencia es realmente masiva. Desde bien pronto comienzan a encontrarse este tipo de figuras en tiendas, comercios y centros comerciales, en la decoración de múltiples negocios o casas particulares,...; y comenzamos con el desfile de farsantes. La visita de Papá Nöel al colegio, la visita de Santa Claus a la ciudad durante los días previos al 25, otro San Nicolás en el centro comercial, la cabalgata de los reyes, el papá que se disfraza de rey Melchor, los que salen en la tele, los que ven en Internet,... Una exposición a un estímulo realmente evocador que pierde su efecto. Es imposible que los niños de hoy en día mantengan durante mucho tiempo la ilusión de lo mágico de estas fechas, porque están año tras año habituándose a ver algo que se supone es excepcional, milagroso, mágico, de un modo totalmente cotidiano. Esta sobreexposición que hacemos de nuestra infancia a este tipo de personajes navideños, es la misma que comentábamos con anterioridad sobre la comida. Realmente este primer estímulo rodeado de misterio que puede ser la venida de los Reyes Magos, tiene una obsolescencia programada, pues por cada nuevo estímulo que les presentamos, por cada Rey Mago falso, creen un poco menos. Y esto se produce cada año, un poco antes.

Aunque si bien hay excepciones, lo cierto es que esa ilusión de los ojos del niño inocente que ve a Papá Nöel o a los Reyes Magos, se pierde con las generaciones del "bienestar". Este capitalismo desbandado tiene una cumbre importante en estas fechas y aprovecha la ley de la oferta y la demanda para captar esta magia y sacar tajada. Pero no todo son puntos negativos a la hora de analizar lo que el paso de los años hace con la cultura navideña. De hecho, hay personas que aprovechan el momento más dulce del año de nuestros niños, para hacer obras desinteresadas que mantengan viva la llama del misterio y de la intriga y la incertidumbre del serán o no serán reales estos señores con barbas postizas.

Tal es el caso del usuario de Twitter Fernando Dé (@gamusino), que se ha pasado toda la noche de reyes trabajando el misterio y convirtiendo el estímulo fácil, en el estímulo duradero que vence a la habituación. Junto con la ayuda de Adrián Vélez (@Ibuprofeno600mg), se ha dedicado a pasar su noche de Reyes, editando fotografías de desconocidos lugares con siluetas de sombras de los Reyes Magos, manteniendo el misterio sin la necesidad de acudir al tan trillado desfile o la fotografía viral. Siguiendo este hilo, puedes conocer esta historia tierna a la par que desinteresada que ha ayudado a que muchos niños tengan un motivo más para creer.

https://twitter.com/gamusino/status/949611480613343232

¿No está mal como broche final a estas fiestas, verdad? Quizás en este tipo de acciones, resida ciertamente, esa magia que queremos conservar.

Nuestra capacidad para comprender es la que crea el misterio.

✔ Clara Sánchez.

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