Estrechar la mano es importante
Estrechar la mano con otra persona ha sido un gesto milenario del cuál no se sabe a ciencia cierta su origen o procedencia. Dar la mano no sabe de razas, de culturas, sexos o religiones, si bien es cierto que no para todos tiene el mismo significado. Sin embargo, ofrecer tu mano para tomar la del otro es, en general, un símbolo de respeto y reconocimiento de los demás.
Se cree que muchas culturas lo asumieron como un gesto de paz, especialmente en la Edad Media pues al entregar la mano, ésta se mostraba vacía de armamento; o también para expresar un juramento o un trato.
Es a partir del S. XIX cuando se populariza como saludo en el mundo occidental y pasa a ser una muestra cotidiana con sus rituales anexos: abrazos, palmadas en la espalda, besos, etc.
De todos es sabido que el apretón de manos implica un código no escrito y en función de su intensidad mostrará más confianza o respeto. En la actualidad este gesto está incluso asociado a la liberación de oxitocina según algunos estudios.
Es un símbolo que ha sido retratado en obras de diferentes calado: desde La libertad guiando al pueblo de Delacroix a Las Meninas de Velázquez. Algo difícilmente reseñable dada su grandeza histórica, que ha sellado tratados y acuerdos durante siglos y ha mostrado imágenes de lo más icónicas, como a John F. Kennedy con Nikita Khrushchev o Michael Jordan y Magic Johnson, cada apretón en su estilo.
Por este motivo, me da igual que acabes de ganar la Eurocopa o que seas un político francés que trata de luchar contra la extrema derecha, hay modos que no puedes pasar por alto. Dar la mano es una forma de comunicación no verbal que muestra el respeto que se le tiene al otro de modo general. Cuando faltas a este respeto no estás faltando a quien te la ofrece, sino a ti mismo.
Y yendo por delante que hay situaciones en las que una persona puede declinar el saludo por una circunstancia o condición que necesita de un espacio intersocial; si la declinas, te arriesgas a una crítica social que es innegable.
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