Educación domingo, 24 de febrero de 2019

La docencia, ¿debe ser vocacional ante todo?

El otro día, caminando por uno de los pasillos del hospital del Meixoeiro en Vigo, me paré ante un cartel que llamó inmediatamente mi atención. Como sabrás, nunca estoy atendiendo a lo que debo, o más bien, atiendo a demasiados estímulos al mismo tiempo; pero este cartel tenía algo que me ha hecho reflexionar en los últimos días. Te pongo primero el cartel, para ver si observas algo que llame tu atención, como llamó la mía.



El mensaje que cala.


Recientemente y especialmente unido a los recortes en sanidad, asistimos en los últimos años a un empapelado de las paredes de ambulatorios y hospitales con mensajes que tratan de dignificar la figura de los sanitarios, o bien que denuncian situaciones de precariedad o vulnerabilidad en sus convenios laborales. Cabe pensar que esta sobreexposición a este tipo de información, pueda tener un efecto vago por su mera recencia (ya hablamos de algo parecido cuando abordamos el efecto de mera exposición), pero este cartel ha conseguido que me pare y hasta que haga la foto.

Estoy totalmente de acuerdo con la idea de romper con los estereotipos para ganar empatía con el colectivo sanitario. Pero como siempre barro para casa, se me ha venido esa típica idea del: ¿tú sí, y yo no? Así de infantil, sí, pero me vas a entender cuando te lo explique.

En este cartel se presentan unos mitos, juicios o ideas preconcebidas que generalmente tenemos del personal sanitario:
  • Profesión femenina.
  • Sexualizada.
  • Vocacional.
  • Supeditada al médico.

En todas ellas concuerdo con el antiestereotipo, menos en una, porque es la más difícil de erradicar, por lo que esta profesión ha supuesto durante un largo tiempo. Claro está que hemos dejado bien atrás que no es una profesión exclusiva para mujeres, que hay hombres enfermeros que hacen su labor de igual modo que lo haría una mujer. Claro está que el hecho de sexualizar esta profesión es un pensamiento ridículo y un poco neandertal, me vas a permitir, de la labor sanitaria. Y en los tiempos que corren, gracias al impulso que se les ha dado en diversos sectores, ganando protagonismo en la erradicación de muchas dolencias, también me queda bastante claro que el trabajo de un enfermero no está supeditado a la médica que lo acompaña. Estas son cosas que tengo realmente claras, y creo entender que cada día más gente las entiende de este modo. Pero, ¿qué pasa con lo vocacional?  Aquí hay un debate abierto muy grande, porque hay un reparto de opiniones y en lo educativo pasa exactamente igual.

La vocación es algo que se nos exige a los que trabajamos con personas, independientemente de la labor que realicemos. Existe un diálogo adquirido con el paso de los años en el cual, si no posees vocación en tu desempeño como sanitario, como docente, como trabajador social, etc.; no eres un trabajador válido ante los ojos de la sociedad. Ahora mismo, esta una idea extendida que puede causar mucho daño, pero no nos damos cuenta. Se gesta un mensaje que cala, que se conforma como una creencia extendida y asumida por la mayoría, y no buscamos una opción de diferenciación o reflexión a lo preestablecido

Vocación y educación.


En el caso educativo, vocación y educación van unidos de la mano y son muy numerosos los docentes que hacen apología de la vocación. Además, este tipo de docentes son apoyados por el grueso poblacional y parece que un porcentaje muy elevado de familias prefieren a un docente con vocación para educar a sus hijos.

Yo no estoy en contra de lo vocacional en lo educativo, pero creo que si en enfermería es un mito, un prejuicio que entorpece la visión cualificada del enfermero, en la docencia más daño hace si cabe. Como toda profesión, como en todo trabajo, un docente debe estar armado de un cuerpo de conocimientos lo más amplio posible, para ejercer la docencia de un modo coherente. A partir de aquí, ya se podrá trabajar el trato hacia los demás, la vocación, el discurso y todo lo demás; pero sin un grueso de destrezas tanto teóricas como instrumentales, lo otro no vale de nada.

El problema es que muchas veces, desde la observación que hacemos de determinados sectores laborales desde fuera, nos creemos con la capacidad de juzgar cómo debería ser su día a día ante el paciente, ante el alumno, ante el cliente, etc. ¿Qué preferiríamos en el caso de un médico? Un doctor especializado, con un currículum brillante o alguien que nos tratase bien. ¿Más médicos, o mejor formados? El problema de todo esto es que en lo sanitario no cabe duda. Nos da igual cómo nos traten mientras que el médico esté cualificado y no juzgamos al profesional por el trato, aunque entre regañadientes no nos guste y queramos contestar, o lo hagamos. Preferimos al profesional, ante todo. Pero con el docente la cosa cambia. Al tener preconcebida esa idea de que docente puede ser cualquiera, de que es una carrera accesible, a la que llegan muchos rebotados de otras de mayor importancia... Como es una profesión a la que se accede por enchufe, que está llena de personas que no querrían trabajar con niños... Como es esa profesión que podría hacer cualquiera, lo único que se pide es que sea vocacional, y de este modo, hasta los mismos docentes defienden que esto es lo principal en un profesional de la docencia. Un maestro debe tener vocación, o de lo contrario que no entre en un aula, como muchos aseveran.

Y realmente, ¿pesa tanto la vocación en educación? ¿Es que no tenemos que dominar todo ese elenco de contenidos para pisar el aula? ¿No sería preocupante todo lo contrario? Me imagino cómo serían muchos colegios en los que no se tuviera en cuenta la especialización, donde cualquiera con vocación pudiera impartir una lengua extranjera. Me lo imagino, pero también lo veo, ¿no? Porque hoy en día, es muy fácil que cualquiera pueda impartir esta asignatura con los programas de las secciones bilingües, y con el resto de especialidades pasará lo mismo. Cualquiera podrá impartir música, o educación física, sin una especialización didáctica de la materia, al fin y al cabo, mientras el "profesional" vaya contento al cole y con ganas de trabajar... Y lo próximo, ¿qué será?

Yo no estoy diciendo con esto que la vocación sea mala o negativa para un docente, pero no es suficiente y si preferimos al médico mejor formado, con el docente deberíamos ser exigentes también.

Y antes de acabar, porque es una reflexión muy simple y no da para mucho más, decir para todos aquellos que creen que ambas consideraciones no son excluyentes, que se puede estar cualificado y tener vocación; que estoy de acuerdo, pero con una puntualización. No hay mayor vocación, que el estudio de una materia. No hay mayor amor hacia una profesión, que el especializarse y formarse, que el mejorar en su desempeño. Que también la vocación ha perdido su sentido entre los prejuicios a los que la sometemos. Vocacional es aquel docente que trata de hacer mejor su labor desde el conocimiento, no desde el trato. Y aquel docente que sabe de didáctica, sabrá de cómo dirigirse a sus alumnos. Pero a la inversa, no funciona, de verdad. Ojalá pronto ese cartel, esté expuesto en los centros docentes, porque creo que hace falta.

 Allí comprendimos que nuestra vocación, nuestra verdadera vocación, era andar eternamente por los caminos y mares del mundo.

✓Che Guevara

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