Coestima, subiendo un peldaño en la mejora de la autoestima.
En la era del manual de autoayuda, del desarrollo personal, del coaching y del MOOC; la argumentación y el desarrollo de literatura tanto científica como divulgativa o personal sobre la autoestima, es realmente abundante. De hecho, si hacemos una simple búsqueda de este término en Google, nuestro buscador de buscadores; nos topamos con casi 52 millones de resultados para la reina de la superación personal. El trabajo de la autoestima es el Santo Grial educativo de nuestro tiempo y esto tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Entre las buenas, el hecho de darnos cuenta de que sin autoestima es muy difícil llegar a tener éxito en la vida, a llegar a ese puesto de trabajo deseado, a sacar esa calificación en la materia que tanto te cuesta, a llevar, en definitiva, una vida feliz. Ente las malas, que su creciente popularidad ha ensuciado algo el término, creando ideas confusas o inciertas de su concepto, relegándolo a la única valoración personal posible para el desarrollo de la aceptación y del crecimiento personal.
Hace dos semanas, hablamos de hecho, sobre la heteroestima, como la valoración que hacemos sobre los afectos que recibimos de nuestro entorno, especialmente cuando somos niños. Cabe destacar que sin un desarrollo específico de la heteroestima, no puede haber una autoestima positiva; pues es gracias a esa valoración que hacemos de nuestra capacidad de amar y de ser amados, que entendemos que somos personas dignas de recibir afecto. Y este será el combustible que dará lugar a la maquinaria de la más popular autoestima.
Como recordamos la semana pasada, la heteroestima se empieza a manifestar en los niños con apenas meses de edad y es hacia los cinco o seis años de edad, que se desarrolla el autoconcepto, primer detonante de la autoestima.
Sin embargo, poco o nada se sabe de la heteroestima a nivel general. Se le da mucha importancia a quererse a uno mismo, pero ninguna o poca a querer y a saber amar a los demás. Pero esto no es de extrañar, pues pertenecemos a una sociedad egocentrista donde dar afecto es cada vez más penalizado o criticado por relación directa con una presunta debilidad de carácter. Vivimos en esta sociedad que aúpa la autoestima porque está relacionada con el cuidado personal, con el cuidado de la imagen y de uno mismo, pero poco o nada se sabe de los elementos necesarios para su desarrollo, como la heteroestima; o para su ampliación, como la coestima, o las nuevas corrientes de la psicología del desarrollo personal.
Por este motivo, siguiendo en la línea de ampliación del término autoestima, hoy reflexiono sobre la coestima en la niñez concretamente, y a nivel general por ampliación.
Coestima.
La coestima, a diferencia de la autoestima, más que una valoración es una actitud. Estrechamente ligada con la motivación, es el desarrollo personal de las metas, de los valores e ideales, de las expectativas y de los talentos. Coestima es orientar nuestras valoraciones hacia la trascendencia, un impulso para ser mejores, es poner orden en nuestras motivaciones para usarlo en nuestro beneficio.
Coestima es aquella actitud que va en concordancia con nuestras aspiraciones, evaluando de manera positiva nuestra capacidad de logro.
Este neotérmino es fruto de la investigación del doctor en filosofía Félix Socorro aplicado en el mundo de la empresa y gerencia. Félix Socorro, coach, escritor y con una amplia trayectoria tanto académica como profesional, es el autor de este artículo que me ha servido de estímulo para reflexionar sobre el término y en base al cual, escribo esta entrada de hoy.
Para Socorro, la coestima sigue la siguiente fórmula:
COESTIMA = motivo + propósito + expectativas
De este modo, y haciendo una revisión de los términos; tendremos un motivo cuando existe una actividad que es ilicitada por un estímulo, es decir, existe un movimiento o acción que nos impulsa a actuar. Pero es el propósito, el que fija un objetivo, una meta. Cuando tenemos un propósito, estamos altamente motivados pero también tendemos a hacer una evaluación de nuestra competencia a la hora de alcanzar este objetivo. Y esta valoración que hacemos de nuestra motivación en relación con estas expectativas, es coestima.
En el plano de la infancia, el trabajo de la coestima es fundamental, pues la coestima no se relaciona únicamente con las expectativas personales (como en el caso de la autoestima), sino también con aquellas expectativas que percibimos de los que nos rodean. En el caso de los niños, la coestima tendrá una estrecha relación con la familia y con los docentes. La coestima pretenderá, de hecho, buscar un equilibrio entre lo que el niño quiere lograr y lo que percibe que su entorno quiera que logre. Por este motivo, tiene un enlace directo con el Efecto Pigmalión que hemos tratado en entradas como estas:
Si un niño percibe que lo que se espera que logre, no sólo en la vida, sino en relación a una tarea concreta, por parte de sus padres, de sus docentes, es algo que puede conseguir; su coestima será elevada y por tanto estará motivado para conseguirlo. Si por el contrario, las expectativas sobre su capacidad de logro se ven afectadas, no existirá coestima que pueda emplearse para motivarlo en la tarea.
Pero el concepto de coestima, no es individual. Se producirá coestima, casi desde una perspectiva mágica, cuando el segundo elemento, en este caso esos padres, esos docentes, fomenten la coestima. Es decir, si como adultos favorecemos que nuestra infancia sea capaz de reconocer sus talentos, pueda visualizar sus capacidades; se producirá coestima en ellos y en nosotros. Un principio fundamental de la coestima es que beneficie a ambas partes, no sólo al niño. ¿Y qué mayor beneficio podríamos tener nosotros que verles alcanzar sus metas?
Un niño que tiene coestima es un niño feliz, que tiene conciencia emocional y que tiene el control de sus relaciones y ha establecido objetivos de logro que se ven correspondidos de manera objetiva. Pero este es un trabajo que no acaba y continúa a lo largo de la vida. La coestima es una terminología que emana del mundo laboral y que relaciona a los trabajadores con los jefes o gerentes de una empresa. Si bien las realaciones familiares, marcarán el estilo de relación antre el manejo de la expectativas de logro, este tipo de relaciones será el ensayo previo al mundo laboral (tanto como trabajadores, como en el rol de gerentes o líderes sanos).
Por tanto, y en conclusión, mantengo como reflexión, y en torno al trabajo del doctor Félix Socorro, que la coestima es un trabajo de dos para avivar los talentos, y que en el camino del desarrollo de la heteroestima y autoestima, no podemos dejar de lado la capacidad de logro resultado de la coestima, que se desarrollará desde la infancia hasta la adultez y a lo largo de toda la vida. Niños felices no serán únicamente aquellos que desarrollen un buen autoconcepto, sino aquellos que desenvuelvan unas relaciones familiares y sociales óptimas que estén, en todo caso, en sintonía con sus expectativas.
Para profundizar en esta terminología, el doctor Félix Socorro recomienda la lectura de:
"Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas"
__________________________________________________________________________________
FUENTE: Coestima, la fuente no escrita de la motivación, de Félix Socorro en 21/11/2003, para De gerencia.
0 comments