psicología viernes, 13 de marzo de 2015

EL EFECTO HALO.


 La primera impresión es la que cuenta.

Quería empezar esta entrada con este gran spoiler que resume de un modo sintético uno de los efectos psicosociales que más nos condiciona en nuestra vida cotidiana.
Seguramente habrás escuchado esta frase hecha en muchas ocasiones. En plena sociedad de la imagen, integrados en un mundo puramente audiovisual, con unas comunicaciones cada vez más simplificadas, causar una buena impresión parece ser el tópico al que la gran mayoría nos acogemos para tener más ventajas en nuestro entorno. 

Así que vamos a ponernos a prueba hoy. Veamos cuánto valoráis la imagen del otro.

¿Qué podríais decir a simple vista de estas personas? 


(Que son guapas es obvio.
Pero,  ¿te atreverías a decir que son inteligentes?
¿Supondrías que son adineradas?
¿Crees que tienen una vida llena de éxitos?
¿Te parecen felices?
¿Honradas?
¿Crees que lo tienen más fácil en el día a día?) 
 
Si has contestado afirmativamente a todas estas preguntas (o la gran mayoría), ha sido por el efecto halo.


Efecto halo.


Has caído en las redes del efecto halo. Halo, en el sentido de aura, de algo que nos envuelve y que hace que luzcamos especiales. Es un fenómeno relacionado con los astros y típico de la imaginería religiosa.

Pues bien, para la psicología, el efecto halo es un sesgo.

(Empleamos la palabra sesgo 
para referirnos a un prejuicio, 
a un juicio inexacto. 
Se trataría de un comportamiento inconsciente 
que distorsiona nuestra realidad).

Y este sesgo consiste en analizar una realidad por su característica más representativa. Se trata de un fenómeno adaptativo, pues gracias a éste podemos establecer categorías y ordenar así diferentes cualidades. De este modo, generalizamos todo un abanico se cualidades de una persona u objeto, en base a lo primero que llama nuestra atención de ellas. Como os decía al principio, la primera impresión...

En el ejemplo de las fotografías propuestas, es normal que el atractivo físico nos lleve a pensar que estos dos desconocidos de los cuales no sabemos nada, tienen una vida fácil. Y probablemente sea así, pues está demostrado científicamente (Edward L. Thornidike, 1920; Nisbett y Wilson, 1977 son claros ejemplos) que el atractivo físico acostumbra a abrir puertas. Las personas bellas son más aceptadas y causan mejores impresiones en general.

Aunque ya pertenecía al conocimiento popular, el primero en investigar científicamente sobre sus efectos fue Thorndike.


(Psicólogo y pedagogo estadounidense,
 conocido por sus aportaciones al Conductismo.)


Sin embargo, lo más significativo de este fenómeno es su aplicación a la publicidad (asociando una marca comercial a una característica), a la política, a la educación, a procesos judiciales y a muchos otros campos de la vida social. Y lo cierto es que el atractivo físico es la variable que más correlaciona con una visión positiva en todos ellos.

Dando una vuelta de tuerca al efecto halo.



Mirémoslo desde un punto estrictamente positivo. ¿Cómo hacemos esto? Buscando nuestro propio espectro del halo. Potenciemos nuestra mejor cualidad y mostrémonos al mundo desde ese prisma. Ante un conflicto, una entrevista de trabajo, una cita, un examen importante, una conversación pendiente, una situación donde seremos evaluados; mostrar lo mejor de nosotros mismos como cualidad más a destacar, ¡hará que los demás caigan en nuestro propio efecto halo!

La autoestima (otro día hablaremos de esto) juega un papel primordial en aquellos que desean causar una buena imagen. Así que, el hecho de cuidarse, mimarse, quererse...; nos ayudará a mejorar nuestras relaciones con los demás y que las valoraciones que de nosotros se hagan sean más positivas.

Y para acabar te propongo otro spoiler.

Las apariencias engañan.


El efecto contrario al efecto halo es el efecto demonio (o halo invertido). Consiste en generalizar la imagen de una persona u objeto por una cualidad negativa.

 
Último spoiler, y como conclusión.  No lo veas si no conoces "Sospechosos habituales", la ganadora de dos oscars y popular obra de Bryan Singer, con un Kevin Spacey que ha protagonizado el mayor y más bello efecto diablo de la historia del cine.








    Juzgar bien, nos hace libres.



__________________________________________
PARA SABER MÁS:
  •  "A constant error in psychological ratings", Journal of Applied Psychology, Edward L. Thornidike. 


También te gustará

0 comments

Suscríbete a la Newsletter

Recibe mis publicaciones en tu email y no te pierdas nada.

CHARLA MADRESFÉRICA: REEDUCAR EN EL JUEGO

Estoy en madresfera

CHARLA EDUCATIVA SOBRE PATIOS INCLUSIVOS