En la actualidad, atendemos a fenómenos sociales que nos unen tanto como nos alejan, fruto de la incorporación de las nuevas tecnologías en nuestras vidas.
Recientemente vengo reflexionando sobre el impacto que los ordenadores, tablets, y especialmente los dispositivos móviles, tienen en nuestra vida cotidiana y sobre su influencia en nuestra capacidad de atención. La adicción a unas nuevas tecnologías que ahora mismo necesitamos para vivir, el evidente crecimiento exponencial de la maternosfera digital, la incorporación de las nuevas tecnologías en el mundo de la educación y de la crianza,... Asuntos preocupantes en los que todos hemos reflexionado en alguna ocasión.
Escenas del S. XXI
Esos padres que se pasan más tiempo grabando los logros de su hijo, que disfrutándolos; esa madre que no deja pasar más de media hora sin compartir una fotografía de su bebé en Instagram; ese padre que desatiende a su hijo con el tono de Whatsapp; esa madre con síndrome de Diógenes informático y miles de archivos fotográficos de sus gemelos,... Y digo más. Soplar las velas de una tarta virtual, una aplicación de móvil que te dice si será niño o niña, la abuela enganchada al Skype para ver cómo bañan a la nieta, sonando en bucle la lista de reproducción de Youtube en la fiesta, y a los dos años por regalo de cumple, ¡la tablet!
El que no haya caído en una de estas típicas escenas del S. XXI, no es ciudadano de este lugar llamado mundo. Podremos demonizar nuestras conductas o mirarlas con una reprobación cariñosa, porque lo cierto es que son tristes a la par que entrañables si las vemos desde fuera.
El caso es que todos somos conscientes de cómo nuestra vida ha cambiado y todo lo que ganamos y perdemos con el uso de las tecnologías. Pero, ¿hasta qué punto esto es influyente en nuestra atención?
En muchas ocasiones, cuestionamos nuestra propia atención a tareas importantes como pueden ser aquellas relacionadas con la educación, maternidad y crianza. Este tipo de escenas habituales nos hacen muchas veces dudar de nuestra concentración en actividades como el cuidado de los más pequeños. Con lo cual, ¿Cómo influye el empleo de las nuevas tecnologías en la atención que damos a nuestros hijos?
La atención es un proceso que nos hace más receptivos al medio que nos rodea y nos faculta para la realización de una serie de tareas con mayor precisión.
En la actualidad sabemos que la atención en sí, no es una tarea uniforme pues se produce de diversos modos según los elementos implicados en su procesamiento, así como en su mantenimiento. En este sentido, sabemos que la atención puede estar sujeta a tres tipologías: atención sostenida, atención dividida y atención selectiva, nombre de este blog.
La atención sostenida nos habla de la capacidad de tomar consciencia de una tarea y del mantenimiento a lo largo del período temporal al que está sujeta esta atención. En el caso de la maternidad y de las tareas que de ella se derivan, la combinatoria con las nuevas tecnologías y el empleo de dispositivos electrónicos disminuye sustancialmente este tipo de atención, que se diluye ante un estímulo saliente como lo son las nuevas tecnologías.
Sin embargo, con respecto a la atención selectiva, ésta no se ve afectada por el uso de dispositivos electrónicos. La atención selectiva, ese complejo proceso que nos tiene enamorados en esta casa, consiste en la atención a un estímulo saliente cuando otros están interactuando al mismo tiempo. De este modo, este tipo de atención se muestra cuando la tarea es realmente satisfactoria. ¿Qué nos dice esto? Que pese a lo que pudiera parecer, pese a estas escenas del S.XXI, ese padre, esa madre que disfruta enormemente en el cuidado de sus hijos, no cogerá el móvil, no usará la tablet mientras esta tarea sea lo más significativa posible. Es decir, el cuidado de los niños, la maternidad, la paternidad, son momentos mágicos, pero agotadores. Siempre que esta tarea nos llene, mantendremos un a atención constante y voluntaria; mientras que en el momento en que nos sature, que nos aceche el cansancio, que perdamos la paciencia, disminuirá nuestra atención.
Por otro lado, en relación a la atención dividida, ésta, según recientes estudios relacionados con el impacto de los dispositivos electrónicos en nuestra sociedad, mejora. La atención dividida, se da ante la recepción de varios estímulos, distribuyendo la atención y sus recursos entre estos. De este modo, muchas veces empleamos literalmente las nuevas tecnologías en el cuidado de los niños. Son esas nuevas escenas del S.XXI, es ese nuevo motor que hace rodar a nuestra sociedad. Y no es que sea bueno, malo o peor. Simplemente es adaptación al medio.
Del mismo modo que nuestros pulgares corren el peligro de agrandarse por su mera sobreutilización en la dactilización de los teclados, del mismo modo que sabemos que nuestro cerebro se modifica con plasticidad neuronal ante el empleo de las nuevas tecnologías, del mismo modo que aprendemos y nos alfabetizamos en este nuevo lenguaje informático; incorporamos las nuevas tecnologías en el cuidado de los nuestros.
Así que más lejos o más cerca de una catástrofe tecnológica que nos deshumanice, recuerda siempre que tu atención no está condicionada por las nuevas tecnologías, no mientras ésta esté centrada en lo más importante de tu vida, tu estímulo más saliente, tus hijos.
El caso es que todos somos conscientes de cómo nuestra vida ha cambiado y todo lo que ganamos y perdemos con el uso de las tecnologías. Pero, ¿hasta qué punto esto es influyente en nuestra atención?
En muchas ocasiones, cuestionamos nuestra propia atención a tareas importantes como pueden ser aquellas relacionadas con la educación, maternidad y crianza. Este tipo de escenas habituales nos hacen muchas veces dudar de nuestra concentración en actividades como el cuidado de los más pequeños. Con lo cual, ¿Cómo influye el empleo de las nuevas tecnologías en la atención que damos a nuestros hijos?
Atención y nuevas tecnologías.
La atención es un proceso que nos hace más receptivos al medio que nos rodea y nos faculta para la realización de una serie de tareas con mayor precisión.
En la actualidad sabemos que la atención en sí, no es una tarea uniforme pues se produce de diversos modos según los elementos implicados en su procesamiento, así como en su mantenimiento. En este sentido, sabemos que la atención puede estar sujeta a tres tipologías: atención sostenida, atención dividida y atención selectiva, nombre de este blog.
La atención sostenida nos habla de la capacidad de tomar consciencia de una tarea y del mantenimiento a lo largo del período temporal al que está sujeta esta atención. En el caso de la maternidad y de las tareas que de ella se derivan, la combinatoria con las nuevas tecnologías y el empleo de dispositivos electrónicos disminuye sustancialmente este tipo de atención, que se diluye ante un estímulo saliente como lo son las nuevas tecnologías.
Sin embargo, con respecto a la atención selectiva, ésta no se ve afectada por el uso de dispositivos electrónicos. La atención selectiva, ese complejo proceso que nos tiene enamorados en esta casa, consiste en la atención a un estímulo saliente cuando otros están interactuando al mismo tiempo. De este modo, este tipo de atención se muestra cuando la tarea es realmente satisfactoria. ¿Qué nos dice esto? Que pese a lo que pudiera parecer, pese a estas escenas del S.XXI, ese padre, esa madre que disfruta enormemente en el cuidado de sus hijos, no cogerá el móvil, no usará la tablet mientras esta tarea sea lo más significativa posible. Es decir, el cuidado de los niños, la maternidad, la paternidad, son momentos mágicos, pero agotadores. Siempre que esta tarea nos llene, mantendremos un a atención constante y voluntaria; mientras que en el momento en que nos sature, que nos aceche el cansancio, que perdamos la paciencia, disminuirá nuestra atención.
Por otro lado, en relación a la atención dividida, ésta, según recientes estudios relacionados con el impacto de los dispositivos electrónicos en nuestra sociedad, mejora. La atención dividida, se da ante la recepción de varios estímulos, distribuyendo la atención y sus recursos entre estos. De este modo, muchas veces empleamos literalmente las nuevas tecnologías en el cuidado de los niños. Son esas nuevas escenas del S.XXI, es ese nuevo motor que hace rodar a nuestra sociedad. Y no es que sea bueno, malo o peor. Simplemente es adaptación al medio.
Del mismo modo que nuestros pulgares corren el peligro de agrandarse por su mera sobreutilización en la dactilización de los teclados, del mismo modo que sabemos que nuestro cerebro se modifica con plasticidad neuronal ante el empleo de las nuevas tecnologías, del mismo modo que aprendemos y nos alfabetizamos en este nuevo lenguaje informático; incorporamos las nuevas tecnologías en el cuidado de los nuestros.
Así que más lejos o más cerca de una catástrofe tecnológica que nos deshumanice, recuerda siempre que tu atención no está condicionada por las nuevas tecnologías, no mientras ésta esté centrada en lo más importante de tu vida, tu estímulo más saliente, tus hijos.
No hay manera de ser una madre perfecta,hay un millón de maneras de ser una buena madre.
Jill Churchil
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