coaching domingo, 5 de febrero de 2017

LOS PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS Y SU ALCANCE DESDE LA INFANCIA.





A Mónica le acaban de entregar un examen de matemáticas. Está cursando 4° de Educación Primaria y nunca había tenido problemas con la asignatura hasta ahora; pero para su sorpresa, el examen está suspenso.  Tiene un cuatro veinticinco y no entiende qué habrá podido pasar. Si bien no tenía algunos conceptos muy claros,  siente que ha trabajado la materia y no entiende el resultado de la prueba. En cuanto ve la nota, lo primero que piensa es.

"soy un desastre"
"Todo me sale mal"
"Soy imbécil"
"Todos en la clase son mejores que yo"



Hugo es un estudiante de 4° de la ESO. Se esfuerza mucho y estudia todos los días con lo cual recoge muy buenos resultados. Esta mañana tiene a primera hora educación física y sabe que tendrán una prueba de resistencia. En otras ocasiones ha realizado este tipo de pruebas y sabe que quedará el último de su clase pues su forma física no es la misma que la de su grupo. Inmediatamente piensa: 


"Maldita sea, otra vez Educación Física"
"Llegaré el último como siempre"
"Todos se van a reír de mí"
"Aunque corra con todas mis fuerzas jamás lo conseguiré"



Pensamientos como los de Mónica  y los de Hugo representan una cotidianidad en el día a día académico de muchos niños. Las valoraciones que en ocasiones varias realizan nuestra infancia y adolescencia, están cargadas de creencias y opiniones generalizadas sobre las diferentes situaciones en las cuales se desenvuelven. Se trata de un mecanismo de proyección personal que resulta de la estimación de la realidad mediante el filtro de los juicios en un modo inmediato. Los niños pueden llegar a conceptos de infravaloración de manera automática simplemente con una idea preconcebida de su propio yo. 


Pensamiento automáticos. 


A todos nos pasa en mayor o menor medida, esta generalización de la acción de pensamiento instantáneo en relación a un hecho determinado. Mónica cree que no puede aprobar matemáticas y Hugo que no tiene resistencia en las pruebas físicas.  

Los pensamientos automáticos son ese elenco de creencias,  ideas preconcebidas, juicios, interpretaciones propias de la realidad, etc., que se presentan en un monólogo con nuestro yo interno como oyente y que son en gran parte negativos y autodestructivos según la gradación. Suponen la antesala a las rumiaciones (pensamientos recurrentes y negativos que generan situaciones de ansiedad y depresión) de las cuáles ya hablamos AQUÍ.

Este tipo de pensamientos,  al igual que las rumiaciones suelen tener mayor incidencia en situaciones de estrés,  ansiedad o incluso euforia; en contraste con otro tipo de pensamientos en relación con ese yo interno que se producen en situaciones de calma.  En este caso,  el modo de proceder es más racional,  con una visión más amplia de las situaciones y más cercano a la realidad. Pensamos en esta situación, de un modo constructivo,  analista y meditado. Por el contrario, los pensamientos automáticos, acostumbran a ser creencias erróneas o distorsiones de la realidad que establecemos a modo de conversación con nuestro yo interior (aunque sólo el prejuicio habla),  sin dar cabida a la razón o a un pensamiento más global. 

El pensamiento automático se codifica como un mensaje corto pero contundente, sin posibilidad alguna para la reflexión. Se trata de circuitos cerrados que engloban un sentimiento negativo de análisis de la realidad. Pero además, son pensamientos con los que se tiende a dramatizar en una espiral de la cual es difícil salir. Atrapan y se afianzan en nuestras creencias,  de modo que son imposibles de evitar. En el caso de Mónica, probablemente se enfrente a su siguiente prueba de matemáticas con miedo a fracasar, a volver al suspenso, a recrear esa sensación de inseguridad ante sus notas. La espiral negativa en la que está situada es difícil de superar. Sin embargo, si hacemos que vea la situación de un modo más global, podemos explicarle que solamente ha suspendido un examen, lo cual no es indicativo de que tenga que suspender la asignatura, o las sucesivas pruebas que se le presenten. Además, la nota de un examen no mide su valía, ni siquiera sus conocimientos en la asignatura. En el caso de Hugo, ocurriría exactamente lo mismo. La resistencia es una facultad que se entrena, por tanto, en cualquier momento pueden verse resultados. Quizás esa mañana supere sus objetivos. Por otro lado, compararse con el resto de la clase no es lo más positivo. Ser el último no significa haberlo hecho mal, por el contrario se puede superar una marca sin necesidad de adelantar a los demás. Además, teniendo en cuenta sus esfuerzos en otras asignaturas, muy probablemente se verán los esfuerzos en Educación Física. Y realmente los compañeros tienden a apoyar los logros y el esfuerzo de los demás, independientemente de los resultados, por lo cual esa creencia errónea, "se van a reír de mí", estaría fuera de lugar.

Convivir con los pensamientos automáticos. 


El problema radica en que este tipo de pensamientos automáticos, surgen en la infancia y la adolescencia y llegan para quedarse. Se gestan un día cualquiera en la clase de matemáticas o de educación física, o de plástica o biología y se mueven en espiral hasta generar creencias sobre uno mismo, autoconceptos irreales y negativos que trascienden más allá de lo puramente académico. Se transforman en ideas con las que convivir, pues su familiaridad es llevada como normal en la adultez. Probablemente Mónica no tome un itinerario de ciencias guiada por ese "se me dan mal las matemáticas". Pensamiento automático que se formó en 4º de Educación Primaria. Y es más, a lo mejor se pierde una gran científica. Y en el caso de Hugo, un buen atleta, o simplemente alguien preocupado por su condición física que ya es mucho decir, congelado en esa creencia de "se me dan mal los deportes".

La infancia y adolescencia son períodos en los cuales el desarrollo del raciocinio no es todavía analítico, sino más bien guiado por la intuición y por los pensamientos y creencias establecidos hasta el momento. Por este motivo tanto las entidades educativas como la familia son muy responsables de cómo se desarrollarán este tipo de creencias poco reflexivas que pueden llegar a convertirse en los demonios del pensamiento recurrente y destructivo. Este tipo de pensamientos, no olvidemos, pueden llegar a la edad adulta como verdades absolutas que incluso se presentan de una manera no consciente y que no son cuestionados con el paso del tiempo. No habrá lugar para la reflexión en el momento en el cual Mónica decida tomar un itinerario de letras, pues estará convencida de su incapacidad con los números. Tampoco para Hugo, en cualquier situación similar, pues la creencia de que es incompetente en el deporte se ha anclado en la clase de educación física.

Con esto no quiero decir de ningún modo, que la culpa sea del profesor o de la profesora de matemáticas o de educación física. Cuidado con generalizar ideas, que todos somos susceptibles a los pensamientos automáticos. Como el que nos impulsa a creer que si un alumno fracasa es porque no ha tenido un buen profesor, o porque detrás no encontramos el apoyo de un buen padre o una madre preocupada. Todos tenemos pensamientos automáticos, hasta las mentes más reflexivas, y distorsiones cognitivas y prejuicios. Así que pensemos en Hugo y en Mónica, reflexionemos sobre nuestros propios pensamientos automáticos y busquemos siempre la motivación para hacer que los más pequeños se desvinculen de un pensamiento negativo desde nuestro propio anális racional. El cambio en la visión prejuiciosa comienza por uno mismo.




"Dentro de 20 años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta amarras, navega lejos de puertos seguros, coge los vientos Alisios. Explora. Sueña. Descubre".

Mark Twain.


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2 comments

  1. No sólo es totalmente cierto si no que nos ocurre a todo el mundo. Nos llenamos nosotras mismas de un montón de etiquetas. Muy buenos ejemplos de Hugo y Mónica y muy buen post Elvira.
    Somos demasiado crueles con nosotras mismas y la mente primitiva, que pone especial atención a todas las partes negativas, no ayuda.
    Muack

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    Respuestas
    1. Todos somos Hugo y Mónica, ¿verdad? Todos tenemos nuestras ideas preconcebidas sobre nosotros mismos, nuestros propios prejuicios. Habrá que tener un cuidado especial en esa clase de matemáticas, o de inglés, o de filosofía... ¡¡Y seguir intentándolo pese a las críticas!!

      ¡Beso grande, guapa!

      Eliminar

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